Este libro está construido, a su modo, sobre la casualidad. Eloísa Otero aceptó con generosidad entrar en un laberinto de sonidos que ha resuelto con una sabiduría esperable. En el centro de ese laberinto no habia monstruos: habitaba, en cambio, la necesidad de volver a reencontrar algunos nombres y unas fechas. Siempre la musica ha sido un calendario emocional. Podemos recordar con exactitud el año de algunas canciones porque estaran para siempre ligadas a un estado de animo, a un episodio que vivimos y nos marco: aquellas canciones funcionan como bisagras sobre las que giran las puertas de la memoria. Somos lo que hemos escuchado y esa musica que llevamos dentro habla de lo que hemos vivido. Estas paginas no tienen una vocacion totalizadora. Es un pequeño panorama y, como todo panorama, es un mapa parcial, un hilo del que tirar. A buen seguro se nos quedan musicos y grupos muy interesantes en el tintero. Seran estas ausencias una coartada gozosa para seguir insistiendo en ello.