Everett Ruess (1914-1934), asceta de la belleza, esteta de la naturaleza salvaje y alma libre, nació en el seno de una familia acomodada en Oakland, California. Su padre era graduado de Harvard y profesor de la UCLA, y su madre fue una talentosa artista de Los Ángeles. Viajero impenitente y solitario empedernido, el jovencísimo Ruess recorrió el oeste norteamericano, que plasmó en notables pinturas y en textos de una rara belleza. Su pronta y enigmática desaparición truncó una vida consagrada a la búsqueda de la libertad más desaforada.
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En 1930, movido por la sed de aventura, y con sólo dieciséis años, Everett Ruess, escritor y pintor en ciernes, emprendió en solitario el primero de cuatro viajes por las inhóspitas y míticas tierras del oeste estadounidense. Un halo de leyenda envuelve su prematura desaparicion, cuando apenas contaba veinte años.Justo despues del crack bursatil del 29, decidido a llevar una vida sencilla, y con la sola compañia de un sol implacable, sus ansias de absoluto y sus burros, Everett Ruess se retiro del mundo, en pos de experiencias y de la belleza suprema que le servirian de inspiracion para sus poemas, sus ensayos y sus xilografias. En 1934 desaparecio misteriosamente en las soledades de los desfiladeros de Utah.Hasta nuestros dias apenas ha llegado el retrato con el que lo inmortalizo la fotografa Dorothea Lange, asi como un puñado de pinturas y textos, entre ellos, las cartas que escribio a sus familiares y amigos, y que son el testimonio unico de su anhelo de libertad y, sobre todo, de su extraordinaria comunion con un paisaje indomito hecho de cañones vertiginosos, barrancos escarpados, altas mesetas y rios salvajes. En estas cartas, asistimos al dibujo de una vida intensa y sin ataduras: seguimos las lecturas de su autor, admiramos su determinacion, comprendemos su aversion por la civilizacion y la urbanidad siento desazon al pensar que las personas son marionetas conducidas por fuerzas invisibles que las gobiernan y sufrimos con los infortunios que le depara el trato con una naturaleza a veces despiadada. El escritor Munir Hachemi, traductor de este volumen, ilumina en su prologo la figura del novelesco y legendario Everett Ruess.
En 1930, movido por la sed de aventura, y con sólo dieciséis años, Everett Ruess, escritor y pintor en ciernes, emprendió en solitario el primero de cuatro viajes por las inhóspitas y míticas tierras del oeste estadounidense. Un halo de leyenda envuelve su prematura desaparicion, cuando apenas contaba veinte años. Justo despues del crack bursatil del 29, decidido a llevar una vida sencilla, y con la sola compañia de un sol implacable, sus ansias de absoluto y sus burros, Everett Ruess se retiro del mundo, en pos de experiencias y de la belleza suprema que le servirian de inspiracion para sus poemas, sus ensayos y sus xilografias. En 1934 desaparecio misteriosamente en las soledades de los desfiladeros de Utah. Hasta nuestros dias apenas ha llegado el retrato con el que lo inmortalizo la fotografa Dorothea Lange, asi como un puñado de pinturas y textos, entre ellos, las cartas que escribio a sus familiares y amigos, y que son el testimonio unico de su anhelo de libertad y, sobre todo, de su extraordinaria comunion con un paisaje indomito hecho de cañones vertiginosos, barrancos escarpados, altas mesetas y rios salvajes. En estas cartas, asistimos al dibujo de una vida intensa y sin ataduras: seguimos las lecturas de su autor, admiramos su determinacion, comprendemos su aversion por la civilizacion y la urbanidad siento desazon al pensar que las personas son marionetas conducidas por fuerzas invisibles que las gobiernan y sufrimos con los infortunios que le depara el trato con una naturaleza a veces despiadada. El escritor Munir Hachemi, traductor de este volumen, ilumina en su prologo la figura del novelesco y legendario Everett Ruess.