Culpa y responsabilidad se implican frente a una concepción teológica de la culpa. Esa imbricación es una íntima dualidad, una tensión irrenunciable para el sujeto y para el lazo social. ¿Hacer daño o padecerlo es lo que únicamente gobierna la vida del hombre?, nos preguntamos con Freud a la hora de pensar los resultados terapéuticos del psicoanálisis...Éste es sin duda un libro de clínica, pero la clínica del sujeto no es mera cuestión de anatomía. Este libro no concibe la clínica como simple especialización corporativa o grupal. Quiere salir de esa estrechez o asfixia. Su propósito es en eso inequívoco: lo que aquí se plantea desde la perspectiva de la clínica psicoanalítica es lo que los hombres se están planteando a la hora de pensar lo que como tales hombres les atañe. El síntoma y la locura son lugares privilegiadas para la verdad de esa pregunta. Desde Aristóteles, al menos, nos estamos preguntando qué es el hombre, cuál es la obra y el quehacer propio del hombre, sus determinaciones y sus deseos, sus extravíos, su particularidad y el modo singular de incluir al otro. Este libro quiere ser solidario con esa pregunta.
De la violencia del trauma a la organización de la crueldad, ése es el recorrido insistente de los sujetos y de los grupos humanos. El sinsentido del trauma como radical exposición al otro, se arropa en la crueldad de la significación persecutoria que rige no sólo los discursos sino también los comportamientos de los hombres. La crueldad se convierte así en componente del vínculo social. Esclarecer la diferencia entre violencia y crueldad, y sus consecuencias clínicas, forma parte de la experiencia analítica y es tarea de la vida del sujeto. Dicha tarea será definida en este libro como aquel conjunto de fuerzas y actos que resisten a la crueldad. Nunca podremos, en consecuencia, confundir legalidad y moralidad. Estamos expuestos a las consecuencias de ese desajuste. La interpretación es el estandarte de la calumnia. El padre, especialmente el padre contemporáneo, no es tanto el de la autoridad como el de la condena y la confusión, y en cuanto a la mujer sigue siendo insoportable para todas y cada una de las propuestas de unificación fálica. ¿Es el psicoanálisis el porvenir de una ilusión o la experiencia de la causalidad traumática del sujeto que no admite ser legislado? Aufzubrechen dice la elegía de Hölderlin, empeño y desbroce, insistencia contra la exhibición de lo inerte.
La experiencia de la repetición está en el corazón de la clínica psicoanalítica, que propone llegar a ser lo que se es como singular determinación sintomática. La pugna por el reconocimiento nunca consigue ignorar del todo la repeticion y el sintoma, la soledad ante el hecho de vivir. La Historia oculta esa soledad en la universalidad de una causa final salvifica. La Historia se convierte asi en el espacio de la crueldad y del daño. Repeticion e Historia se contraponen. La tragedia griega muestra esa soledad del hombre ante el acontecimiento de una vida que nos enfrenta a los demas desde una soledad insalvable. El destino no es la ley de la Historia sino el caracter, como lo llama Heraclito, que hace de cada sujeto un sujeto determinado que afronta la vida sin fundamento en el desafio, y sus consecuencias, de querer vivirla.Querer vivir tu vida concreta, sin reclamar una finalidad, es el espacio etico de lo tragico. Tomate en serio la sabiduria de Edipo, nos propone Pindaro. Esa sabiduria es la dignidad del dolor y la falta de legislacion del deseo de vivir. El llamado complejo de Edipo no toma en serio la sabiduria de Edipo. Nunca desaparecera lo tragico porque nunca se podra evitar la recondita y silenciosa soledad del sujeto ante el dolor. Con nuestra sangre nos hablan, sea Edipo, Ayax o Antigona, o Josef K....