El sureste ibérico fue uno de los espacios más castigados por la depredación berberisca. Esto estuvo justificado desde el primer momento por su enorme proximidad a la costa africana -y a Argel en particular- y a la circunstancia de que existieran importantes comunidades moriscas, que se prestaron en mas de una ocasion como guias para las incursiones corsarias tierra adentro. Este colaboracionismo y el hecho de que el sureste fuese un area poco poblada, y peor defendida, facilitaron el enquistamiento de ese problema, que lejos de resolverse, se intento paliar con medidas no muy efectivas, como la construccion de una red insuficiente de torres costeras o el patrullaje ocasional de las escuadras de galeras al servicio del rey catolico. La supervivencia de las localidades litorales de Alicante, Murcia y Almeria durante los primeros los sesenta o setenta años siglo XVI resulto casi heroica, sometida a continuos desembarcos berberiscos y a razias, asaltos, saqueos y cautiverios, a los que se sumaron las fugas masivas de moriscos y la amenaza permanente de un hipotetico ataque de la armada turca, que nunca llego a ocurrir. Del mismo modo, la persecucion y abordaje de embarcaciones mercantes cristianas cerca de la costa entorpecio el trafico naval, redujo la actividad economica y casi estrangulo el prospero comercio de algunos puertos como Alicante o Cartagena. En el siglo XVII la situacion continuo, aunque se vislumbraron algunos cambios, sobre todo en su segunda mitad, que fueron el comienzo del lento declive de las escuadras corsarias y del descenso de su acoso a las costas del sureste español.
Las guerras navales del siglo XVII tuvieron su pequeño campo de batalla particular en el sureste hispánico, comenzando por la repercusión en él de las fallidas expediciones contra Argel, el peligro de las escuadras de navios de alto bordo berberiscos, la limpia del litoral efectuada por las galeras del rey Catolico o los ultimos actos de crueldad corsaria en Adra y Calpe.Pero tambien la denominada guerra mayor hizo acto de presencia, con el intento frances de invadir Cartagena en 1643 o el combate del cabo de Gata. Incluso hasta aqui se traslado la guerra civil inglesa, con un duelo a muerte entre las escuadras realista y del Parlamento. Y como el corso magrebi se convirtio en un grave problema internacional, igualmente a los puertos del sureste llegaron importantes escuadras inglesas, holandesas y francesas para combatirlo desde la cercania.El epilogo a casi un siglo de belicismo en el mar llego con el terrible bombardeo de Alicante de 1691. Por eso no es de extrañar que sus aguas fueran surcadas por los mas afamados almirantes de la epoca, tanto franceses (Sourdis, Breze, Tourville, Duquesne, DEstrees), como ingleses (Mansell, Rupert del Rin, Blake, Spragg, Rooke) u holandeses (Ruyter, Tromp), sin olvidar a las generaciones de marinos ilustres españoles o italianos.
Luis Fajardo (Vélez-Blanco, 1556-Madrid, 18-XII-1615), fue un murciano universal, hijo del II marqués de los Vélez, que se educó en las armas desde bien niño, luchando junto a su padre en la Guerra de las Alpujarras (1568-1570). Tras graduarse en la Universidad de Salamanca y casarse con Luisa, heredera de un importante linaje de Murcia -los Tenza-, fue designado corregidor de las Cuatro Villas de Cantabria. Alli hizo una excelente labor en la organizacion de las armadas y tropas del rey, que le valio para ser nombrado veedor en Sevilla de las flotas de la Carrera de Indias, donde tuvo a su cargo al escritor Miguel de Cervantes. Poco despues inicio su singladura en los galeones de la plata y se convirtio, primero en su almirante general, y despues en general de la Escuadra de la Guarda. En 1603 fue nombrado capitan general de la principal fuerza naval de los Austrias: la Armada del Mar Oceano, donde cosecho importantes victorias contra los holandeses (Punta de Araya), los corsarios berberiscos (La Goleta) y el Marruecos saadi (La Mamora). Fue con creces el mejor almirante de Felipe III, sin que jamas fuera vencido por los enemigos de la Corona, logrando para su rey sonoros exitos en sus conocidas "empresas de reputacion".