Hernán Invernizzi es investigador, autor de los libros: Hijos del Rock, con Eva Giberti, Vita Escardó y Luciano Galende(1998) y Los libros son tuyos (2005), profesor de lenguaje audiovisual y dramaturgia y, desde 2000, es funcionario de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.
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Los gobiernos totalitarios no se llevan bien con la cultura. La niegan, la usan, la aplastan o tratan de distorsionar sus fines y contenidos. La dictadura que padecieron los argentinos entre 1976 y 1983 no fue excepción a esta oscura ley. Los periodistas Judith Gociol y Hernán Invernizzi lo demuestran con este libro imprescindible en el que investigan lo ocurrido específicamente con el cine en los años de plomo.En los años de la dictadura no sólo se redujo la producción de películas nacionales sino que imperó una censura casi absoluta sobre cualquier expresión artística, local o extranjera. Palabras fuertes, escenas subidas de tono, ideas en general que se opusieran al curso de los acontecimientos fueron objeto de tijeretazos arbitrarios y obscenos. Los autores detallan este proceso y aportan datos inéditos, la lista completa de películas estrenadas en el período y anécdotas desconocidas sobre una censura que limitaba el acceso de la gente al cine independiente a la vez que habilitaba microcines especiales para que los militares disfrutaran de películas sin cortes.
Hernan Invernizzi, Judith GociolA partir de una iniciativa de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires y la Dirección General del Libro y Promoción de la Lectura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Secretaría de Cultura, se editó Un golpe a los libros. Veintiséis años después del golpe militar de 1976, no caben dudas ya de que el terrorismo de Estado, implementado por la dictadura, fue un plan sistemático. A partir de esta constatación, Un golpe a los libros propone que a la desaparición de personas se corresponde el proyecto, también sistemático, de desaparición de símbolos, discursos, imágenes y tradiciones. Si por una parte estaban los campos de concentración, las prisiones y los grupos de tareas, por la otra, se afianzaba una compleja infraestructura de control cultural y educativo: equipos de censura, análisis biográficos, memos de inteligencia, abogados, intelectuales, académicos, planes editoriales, decretos, presupuestos, oficinas... Centrada en lo ocurrido con libros, autores y editoriales, esta investigación se apoya en gran cantidad de documentos confidenciales y secretos elaborados por el entonces gobierno de facto, que aquí se presentan públicamente por primera vez.