Ignacio Cid es un escritor madrileño, ingeniero industrial y profesor nacido en el año 1985. Cultiva la novela y el relato en diversos géneros, especialmente el realismo mágico, la melancolía fosca, el surrealismo, el erotismo, la novela negra, el terror y el thriller emocional, pero siempre desde una óptica muy personal y un estilo inconfundible que se han ido convirtiendo con el tiempo en señas de identidad de su propia voz literaria.
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Marcos es periodista. Está casado y tiene un hijo. Su día a día naufraga en el suave mecer cotidiano de quien no espera gran cosa de la vida. Hasta que una mañana Marcos recibe la noticia de la muerte de su abuela. La enigmática y fría abuela Jacinta. En ese momento, a su mente regresan todos aquellos recuerdos estivales con olor a crema solar: el pueblo, sus amigos, el río... Y su hermana Carolina. Un quiste en su memoria le grita que en ese espacio vacío y abandonado hubo antes algo doloroso e indeciblemente bello que acabó en tragedia. La pequeña Carolina fue asesinada a los catorce años. Violada, mutilada y ahogada en un bidón de plástico. Ahora, después de tanto tiempo, alguien parece estar interesado en que Marcos recuerde. En que despierte de su letargo.
Una vida en soledad, una vida imaginada a través de las ventanas, con amor de pago, ficticio, y vasos de zumo de naranja a medio beber. A través de una de esas ventanas, nuestro antihéroe se enamora de una mujer, a la que mira desde el otro lado de la calle, inventandose un nombre para ella, una vida para los dos y mil maneras de hacerle el amor a oscuras. Todo ese deseo, sin embargo, no tarda en desembocar en tragedia: desde la seguridad de su casa, es testigo de un violento asesinato.
La vida de Nando Comeserna gira en una espiral de desagüe donde todo es vicio y ya no quedan esperanzas. Desde la muerte de su mujer, el inspector, antes lúcido y enamorado de su trabajo, es ahora un
El osito Cochambre daba vueltas y más vueltas, despojando al bosque de su aliento verde, tiñéndolo todo con la pátina de su sudor de polvo de estrellas. Mientras tanto, el coche de Patricia se salía de la carretera.El osito entraba en su cueva y se despojaba de sus pieles muertas. Se cambiaba de casa como de ombligo. Y entre la piedra y el cambio, Elisa irrumpía de nuevo en la vida de Mauro.Cochambre bailaba con su osita, pisando las flores de los vecinos, meneando su trasero de relleno de trapo al ritmo dulce de la muerte. Cristian, el hermano yonki, volvía a casa con problemas.Pero un día, el osito Cochambre decidió salir rugiendo de su encierro de papel. Se acercó hasta Mauro y le sonrió con su boca de costuras ensangrentadas.El pasado no es pasado hasta que uno lo devora, dijo.Y entonces, Mauro se afiló los dientes y se dispuso a morder.
Durante la fiesta que Mario y Alicia celebran en su casa con motivo de la nueva exposición que exhibirá la pintora en los próximos meses, Carlos, el hijo de la pareja, desaparece a orillas del pantano. El pantano de Nueva Luarma, ese ojo oscuro que se tragara al antiguo pueblo en años de posguerra, es ahora un misterio fagocitador, un imán de leyendas y folklore alimentado por los nuevos habitantes de esta zona en la sierra de Madrid. A la desesperación y la angustia derivadas de la pérdida se unen los problemas matrimoniales que atraviesa la pareja, demasiado supeditada a los vaivenes emocionales de Alicia. Es entonces, en esa atmósfera enrarecida en la que los amigos de Carlos parecen saber más de lo que cuentan y la policía trata de investigar el paradero del niño, cuando una serie de fenómenos extraños comienzan a hacer tambalear la cordura de Mario. ¿Se trata del fantasma de Carlos? ¿Acaso trata de decirle algo? ¿O puede que tan solo sea producto de su mente agotada y su corazón entristecido? A lo largo de una trama intensa, con momentos para el misterio, la historia y el escalofrío, los personajes de esta novela psicológica llegarán a descubrir una verdad aún más terrorífica y sorprendente de lo que jamás pudieran haber imaginado, en la que se darán la mano historias de abandono y locura germinadas en los años de la brutal posguerra española. Gespenst es una novela de fantasmas reales, pero también de fantasmas imaginados. Es por momentos un thriller con marcado acento emocional y en ocasiones un cuento de fantasmas, pero es en todo momento un drama humano con gran capacidad para empatizar con el lector.