La historia de nuestra protagonista, Francisca de Pedraza, puede ser similar a la que podría haber vivido cualquier mujer de finales del siglo XVI y principios del XVII. Se trata de una historia escrita en letras de discriminacion y sometimiento, por cuanto el tradicional papel de la mujer consistia en el de un ser secundario y sometido al varon. Asi, con escasas excepciones, su rol, dentro de un mundo construido por hombres y para hombres, no era otro que el del matrimonio o el convento. Sin duda alguna, la primera etapa de aquel calvario comenzaba en el seno de la propia familia, en donde las hijas quedaban bajo la tutela del padre, desempeñando un papel siempre al servicio del mismo. Tras esos primeros años, el matrimonio en muchas ocasiones pactado entre familias suponia la salida de la adolescente del seno familiar, para pasar a depender de su marido, al cual en innumerables ocasiones conocia el mismo dia de la ceremonia nupcial. Francisca pronto quedara huerfana de padres, por cuyo motivo fue educada por las monjas complutenses, en un ambito en donde los rezos y la formacion en el servicio y la austeridad fueron su dia a dia. En un momento dado vino a contraer matrimonio, en el pleno convencimiento de que al lado de aquel hombre podria desarrollarse como mujer, como esposa y como madre. Nada mas lejos de la realidad, ya que el matrimonio con Jeronimo de Jaras, su marido, vino a demostrar, una vez mas, cuan cruel era la vida de las mujeres. Pero para ella todavia habria de ser mas dura si cabe, ya que no tardaria en recibir sus primeras palizas. Golpes, palos y otra serie de crueles malos tratos fueron el eje vertebrador de aquel matrimonio a lo largo del tiempo, todos ellos recibidos por esta mujer con la mayor expresion de violencia, pero tambien de impunidad de su agresor y marido. De este modo, tras años de malos tratos, decidio cierto dia poner fi n a su suplicio, por mas que se tratara de una medida poco usual, ya que lo natural habria sido el suicidio o la huida; pero ella intento acabar con esa situacion acudiendo a la justicia, primero a la ordinaria, luego a la eclesiastica y, finalmente y de manera inaudita, a la universitaria. Ante todas ellas, desprovista de su intimidad, de su jubon, mostro las multiples muestras que la crueldad de su marido habia dejado en su rostro y cuerpo. Eran las muestras que la mano agresora que un monstruo, de su marido, habian plasmado en su cuerpo de mujer. Sabia que era una mujer frente a un mundo, un mundo creado por los hombres, de los hombres y para los hombres, pero ella estaba dispuesta a presentar batalla, por mas que ello supusiera enfrentarse a un mundo que a estos pertenecia casi de manera exclusiva.IGNACIO RUIZ RODRIGUEZ es Licenciado y doctor en derecho por la Universidad de Alcala de Henares, actualmente es catedratico (A) de Historia del Derecho en la Universidad Rey Juan Carlos y director de la Catedra Universitaria España-Israel, la cual recibio el diploma de aprecio y reconocimiento, en el seno del prestigioso premio Samuel Toledano, de Jerusalen (Israel), en el año 2014. Miembro de varios grupos de investigacion españoles e internacionales. Ha impartido cursos y seminarios en prestigiosas instituciones academicas de Europa, America e Israel. Ha recibido la Medalla de Honor de la Asociacion de Socorros Mutuos (Bell Ville, Cordoba, Argentina), de cuya localidad fue declarado Visitante Ilustre. Igualmente recibio la insignia honorifi ca del Ilustre Colegio de Abogados de Alcala de Henares. Es miembro corresponsal de la Union Nacional de Juristas de Cuba. Autor de mas de un centenar de publicaciones cientificas, habiendo recibido el premio a la mejor publicacion universitaria española del año 2011, asi como galardonado con el premio Layna Serrano de Investigacion Historica y Etnografica del año 2013, de la Diputacion Provincial de Guadalajara.
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