Mauthausen, 29 y 30 de julio de 1942. Inmóviles en la Appelplatz, hombres rapados contemplan sin rechistar cómo muere uno de los suyos: un hombre con la cabeza al rape, encaramado en una carreta tirada por otros prisioneros. Rodeándole, una irrisoria orquesta compuesta por músicos con el pijama a rayas acompañan al torturado a la horca al son de una canción de moda: J'attendrai. Una escena horrible fotografiada por los propios verdugos. Gracias a un detenido español que sustrajo el negativo, esta foto ha sido autentificada por los testigos -visibles en la primera fila- que Jean Laffite consiguió localizar. Este ahorcamiento-mascarada es la bisagra de un relato alucinante: unas cuantas horas en la Appelplatz donde se cruza el destino de seis mil hombres... todos aquellos a los que la Alemania nazi considera como enemigos irreductibles.
La llamada «revolución genética» se basa en la idea de que los genes tienen un papel determinante no solo en el normal desarrollo del organismo y en la aparición de las patologías, sino también en la determinación de la tendencia a enfermar. Estos nuevos conocimientos y perspectivas han permitido identificar nuevas estrategias de prevención y nuevas curas (terapia genética) para determinadas enfermedades basadas precisamente en la acción de los genes. El objetivo de este congreso, pues, es el de ilustrar las raíces históricas, jurídicas, científicas y culturales de la genética, intentando captar sus potencialidades reales positivas para la salud del hombre y las posibles derivas científicas y culturales que podrían acompañar a la genética así como sus consecuencias a nivel social. Derivas científicas que, en algunos casos, representan ya un estándar clínico (aborto selectivo), siendo aceptadas o incluso presentadas como progreso humano. Derivas culturales que pueden, en cambio, verificarse por una escisión de las dimensiones biológica y personal del hombre.