Egipto, año 2500 a. C., el arquitecto Hemiunu avanza con rapidez por los pasillos del palacio real. Ha sido requerido con urgencia por el faraón Keops para empezar los preparativos de su última morada.A partir de este momento, empezaron los desvelos del arquitecto, el cual tuvo que ingeniárselas para realizar la obra en veinte años, tal y como contaron los sacerdotes egipcios al famoso historiador griego Herodoto cuando visitó las pirámides en el año 430 a. C. Así construyeron la Gran Pirámide de Guiza es una obra que enfoca la construcción de este colosal monumento desde una perspectiva viable y nunca explicada hasta ahora. En ella, se detallan todos los pasos desde la base hasta la cúspide. En definitiva, es una obra que deleitará a los amantes del Antiguo Egipto, atraerá la atención de quien desee ampliar sus conocimientos y hará reflexionar a los especialistas.
Pese a estar catalogada como una película de ciencia-ficción, Blade Runner ?obra maestra que se ha convertido merecidamente en un icono cultural de nuestro tiempo? tiene poco que ver con las utopías futuristas propias del genero. al contrario, plantea problemas eternos ?la vida y la muerte, el fatidico discurrir del tiempo, la rebelion contra nuestro infausto destino, la extrañeza ante el otro?? protagonizados por hombres que habitan en el caos deshumanizado de las grandes metropolis. es decir, por hombres como nosotros mismos. Sin embargo, cuando fue estrenada en 1982, la critica especializada la tacho de efectista y pretenciosa. Los mandarines culturales no supieron ver que, bajo el colorista artificio de los efectos especiales y el sofisticado ropaje del diseño, se ocultaba una de las mayores reflexiones sobre la condicion humana que se hayan hecho nunca en el cine. En este ensayo se analizan las diferentes versiones de Blade Runner y se abordan, con un estilo agil y gran rigor analitico, las reflexiones antropologicas y morales que propone la pelicula. ¿Que era lo que Deckard no sabia?
El libro de Job, obra maestra de la literatura sapiencial -aboca al hombre a abismos de desvalimiento y dolor pocas veces frecuentados. Cientos de generaciones se han enfrentado a este texto con la misma estupefaccion e inquietud que a lo largo de toda la obra muestran los confortadores de Job; estupefaccion e inquietud que -a despecho de los teologos- en modo alguno quedan atenuadas por el epilogo consolatorio que cierra el libro, un añadido en prosa posterior al texto primitivo con el unico fin de humanizar la descarnada inhumanidad escatologica de los discursos poeticos.
Cuando Mary W. Shelley escribió Frankenstein ( 1818 ), una de las obras clave del Romanticismo europeo, no podía ni tan solo imaginar que su delirio novelesco llegaría a ser algún día posible. Su novela pretendía ser, ante todo, una relectura de los viejos mitos de creación ( Adán, Prometeo, el Golem, etc.) a la luz de la estética romántica. Pero, acaso sin darse cuenta, esa relectura remitía fundamentalmente a la técnica y el progreso, nuevos dioses de Occidente. No era el logos místico del Evangelio de San Juan ni el saber hermético de rabino Löw lo que animaba la obra del Dr Victor Frankenstein, sino la ciencia. Los precursores de su doliente Criatura no eran tanto los hijos del aliento divino que habitaban las mitologías clásicas, como los autómatas que primero Descartes, y después Bufón, Vaucanson, La Mettrie y los escritores libertinos del ultimo Barroco y del Siglo de las Luces, fabricaron o imaginaron para animar las veladas galantes de las cortes ilustradas. Sus sucesores recorrerán el tortuoso camino que va del sueño a la vigilia, de la promesa al cumplimiento de la promesa, de la fabricación de hombre simulados ( autómatas, muñecas, títeres, robots ) a la fabricación de clones y hombres reales, de la primera medicina protésica a los cyborgs y la biogenética, de la automática a los ordenadores, del alma a la inteligencia artificial. Porque lo que los sueños individuales de los hombres y los mitos colectivos habían siempre vindicado, la ciencia al fin lo podía verificar
Siguiendo una antigua tradición literaria, Frankenstein o el moderno Prometeo (1818), la famosa novela de la escritora romántica inglesa Mary Shelley, recrea una idea que los sueños individuales de los hombres y los mitos colectivos siempre habian vindicado: la posibilidad de dar vida a un ser humano desde la materia inerte como Dios dio vida a Adan desde el barro. Sin embargo, por primera vez en la historia, la novela de Mary Shelley no remitia a los viejos mitos de creacion (Adan, Prometeo, el Golem, los seres creados por los dioses herreros de las mitologias africanas, etc.), sino a la tecnica y el progreso, nuevos dioses de Occidente. Los sucesores del Dr. Frankenstein recorreran el largo camino que va de la imaginacion a la ciencia, de la fabricacion de hombres simulados (automatas, titeres, robots, etc.) a la fabricacion de hombres reales, de la primera cirugia protesica a los cyborgs y la biogenetica, de la automatica a los ordenadores, del alma a la inteligencia artificial.Teoria e historia del hombre artificial rastrea la idea de la creacion del hombre a traves de la historia cultural; primero a traves de los mitos, las religiones, el folclore y los materialistas de la Antiguedad clasica; posteriormente a traves de la filosofia, la literatura, el arte, el cine y la misma ciencia.¿Que responsabilidades tiene la ciencia ante la posibilidad, hoy real, de crear seres humanos? ¿Llegara el dia en que los hijos poshumanos de la tecnica puedan llegar a negar su parentesco biologico con los hombres nacidos del azar genetico? ¿Y que consecuencias tendra esa negacion? Tales son las preguntas que hoy estan encima de la mesa de los poderosos gestores de la biopolitica.