Tanto desde el punto de vista macro, propio de los sistemas de salud y salud pública, como desde el micro, que interesa a las unidades individuales productoras de servicios de atención de la salud, la investigación en sistemas y servicios de salud ganó protagonismo fundamentalmente como compromiso concreto para investigar factores relacionados a la salud de las poblaciones. Debe lidiar con el bien conocido problema de la variabilidad de la práctica médica que es uno de los campos de acción preponderantes y plantea serias dudas sobre la indicación apoyada en la evidencia de una gran cantidad de intervenciones y sobre todo y principalmente de los resultados para los pacientes. La propia OMS sienta la importancia de la investigación en sistemas y servicios, a la que define como la investigación y evaluación sistemática de aspectos específicos relacionados con el desarrollo y funcionamiento de los servicios de salud. Proporciona la información básica sobre el estado de salud y enfermedad de la población, procura desarrollar instrumentos para la prevención, cura y alivio de los efectos de las enfermedades, y se empeña en planificar mejores enfoques para los servicios de salud individuales y comunitarios. Estas amplias definiciones engloban un vasto espectro de actividades de investigación, de distintas áreas disciplinarias, que proveen bases científicas para la estructuración del nuevo campo, tales como la epidemiología, la investigación clínica y las ciencias sociales y últimamente también incluyen a aquellas vinculadas a la formación del recurso humano que se forma académicamente para insertarse en este contexto y la calidad de los sistemas educativos que propenden a tal fin, aportando cada una sus específicos puntos de vista y utilizando sus propios instrumentos metodológicos, puntos todos estos los que la presente obra se ocupa detenidamente.
La Epidemiología es sin duda la disciplina básica de la Salud Pública. Si bien esta afirmación es ampliamente compartida no siempre se la asume como válida pues muchos de los desarrollos conceptuales, metodológicos y prácticos en el campo de la disciplina en los últimos 50 años en la Región parecen haber estado más vinculados a las necesidades y demandas de carácter académico o a las posibilidades de financiamiento que a las necesidades de intervención: al haber sido formados muchos epidemiólogos en los países desarrollados, han respirado una atmósfera en la que no se privilegia el compromiso y vínculo con los servicios y programas de salud. Es importante además, reconocer que ha ocurrido en recientes decenios un deterioro significativo de las instituciones de Salud Pública en muchos de los países de América Latina, tendiendo a privilegiarse una racionalidad de eficiencia económica, y en tanto ésta mira a la población desde la perspectiva de lo que ocurre en los servicios, la racionalidad puramente epidemiológica está más preocupada por las inequidades sociales, por los problemas prioritarios, por la identificación de riesgo y vulnerabilidad, por realizar una oportuna vigilancia y por evaluar el impacto de las intervenciones. Es necesario -y hasta imperioso- que ambas racionalidades se amalgamen tanto a nivel de la definición de políticas, como en la gerencia misma de servicios y programas, a nivel nacional, regional y local, para lo cual debe ocurrir una suerte de democratización de los conceptos, métodos y técnicas de la Epidemiología. Éstas deben hacerse accesibles a todos los trabajadores de la salud y actores sociales, que no necesariamente son ni serán especialistas de la disciplina. En este camino debe inscribirse el esfuerzo de desarrollar textos como el presente, cuyo contenido ha sido pensado en función de los trabajadores de salud, poniéndose el énfasis más en el cómo hacer las cosas que en el por qué hacerlas.