Tras el éxito obtenido con Historias del Savoy, Ézaro Ediciones apuesta de nuevo por José Luis Alvite, singular e irónico periodista y comunicador gallego, y publica ahora un segundo libro en el que recopila nuevos artículos que Alvite escribe para el diario La Razón. En Almas del nueve largo el autor continúa recreando un mundo de personajes fascinantes que combinan la tradición de la novela negra con la actualidad. Con Almas del nueve largo, José Luis Avite vuelve a regalarnos su particular mundo, sus historias ambientadas en el Savoy, sus sórdidos amores, su música ásperamente sentimental y sus imposibles metáforas llenas de ingenio. A través de sus personajes, el autor acerca al lector a un mundo nocturno de humo, jazz y mujeres fatales, en el que conviven las coristas y los matones, las actrices olvidadas y los perdedores. El Savoy es un escenario imaginario, un bar donde Alvite presenta sus particulares reflexiones sobre temas tan diversos como la música, el sexo, las mujeres o la familia.
ALVITE nos sigue regalando columnas que han creado estilo y coleccionado adeptos, en ellas recrea su mundo nocturno cargado de tipos sorprendentes. Ézaro publicó una primera recopilación de artículos de Alvite titulada Historias de Savoy. Le siguió Almas del nueve largo, donde siguió utilizando esas demoledoras metáforas con las que esculpe a sus personajes y ambientes. Ahora, con Humo en la recámara, Alvite vuelve al Savoy. \"El Savoy nació como un síntoma de mi profundo desencanto personal por culpa de una vida insatisfactoria o por el simple hecho de que la recreación literaria es la alternativa emocional y biográfica que le queda a un hombre al que no se le dan bien la aritmética, el tarot o el tenis. Dediqué buena parte de mi vida a cometer errores; el resto creo que lo necesitaré para lamentar haberme corregido. En cierto modo, si tengo algo de prestigio en la profesión se lo debo sobre todo al hecho de haber dedicado mis mayores esfuerzos a perjudicar mi reputación\".
Aquí se trata del psiquiátrico San Antón de Restande, un lugar deudor del opaco esplendor de los tiempos pasados, de cuando los hospitales psiquiátricos se
La vida resulta más interesante al cabo de los años, cuando te la reencuentras con matasellos en el buzón y ha adquirido cierto aroma a tarjeta postal. Los recuerdos son capaces de recubrir la rutina forestal de un guardabosques con una pátina de inmortalidad. Hasta la sífilis de las prostitutas o el cigarrillo que sostienen aburridas las cabareteras adquieren un aire romántico cuando al calendario le comienzan a faltar las hojas. La infancia le enseñó muy pronto a José Luis Alvite que no dejaría detrás una biografía tormentosa, un bonito retrato que componer a los historiadores. Lo comprendió quizá el día que descubrió que el profesor de su escuela solamente le echaba en falta cuando reparaba que a su pupitre le había crecido un hueco. «Hace poco editaron una semblanza de los alumnos que estudiaron en mi instituto. De todos, el que ha logrado más notoriedad he sido yo, y ni siquiera con estas aparezco».