Cualquier observador exterior, que sin haber leído este libro lo tuviera que incluir en algún grupo temático, seguramente lo haría en los que tratan sobre la época y figura de la reina Isabel de Castilla. Sin embargo, y a pesar de que su aparición y razón de ser se origina en torno al quinto centenario de la muerte de la reina Católica, su contenido dista mucho de ser isabelino y en ningún caso trata específicamente de la reina como tal, tema sobre el que ya han versado otros historiadores de mayor prestancia. Personalmente, preferiría inscribirlo en el grupo de libros que versan sobre el difunto reino de Granada, sobre esa entidad histórica semiolvidada y no reconocida como tal por el actual sistema autonómico español, a pesar de su pasado histórico de más de setecientos años y de que su símbolo, la granada, siga siendo uno de los que conforman el escudo nacional.
La ACEQUIA del REY fue el cordón umbilical que nutrió de vida, durante siete siglos, a la fortaleza de la Alhambra, a sus huertas y a sus jardines. Su fluido consiguió transformar tórridas y desiertas colinas en frondosos bosques y exuberantes vergeles, recreando una suerte de oasis o paraíso acuático a una altura que siempre sorprendió a sus visitantes. Su agua, a veces saltarina y risueña, a veces retenida en estanques, albercas o aljibes, sublimó los refinados palacios alhambreños y embelesó los sentidos, aportando frescor, aromas, música y reflejos que, cual suerte de fatas morganas, magnificaron el alcázar. Pero aún más, esta acequia, en su tramo final, regaba a multitud de cármenes, miradores aventajados sobre la Vega y la Sierra Nevada, suspendidos en las zonas más altas de las colinas de la Asabica, del Ahabul y del Mauror. Antes de que la especulación y la desidia acaben definitivamente con su recuerdo, este libro pretende, con la mayor rigurosidad científica, dejar constancia histórica del que fue su trazado, de sus instituciones, ordenanzas, servidores y beneficiarios, abriendo paso a otros trabajos que acaben por recuperar la memoria de su pasado esplendor.
Tras su primera gran victoria militar en Pavía en 1525 contra su émulo Francisco I, y tras la concordia de Madrid de 1526, el emperador Carlos V se casó en marzo de 1526 con Isabel de Portugal en Sevilla. Si en origen habia sido solo una boda politica de
Pocos personajes históricos han atraído tanto la atención de los historiadores y han sido tan profundamente analizados por la historiografía antigua y moderna como Carlos V., pero quedan aún algunos espacios escasamente tratados relacionados con su calidad humana: sus enfermedades y accidentes, unidos a su convalecencia y a sus remedios; sus relaciones familiares, tanto las amorosas habidas con su mujer, como las menos intimas tenidas con sus hijos, hermanos y demas familiares cercanos; sus sentimientos ante el triunfo y la derrota; su comprension de los amigos y de los enemigos; su vision de estado y del poder... Esta biografia del emperador Carlos pretende mostrar su imagen completa y polivalente, tanto desde el punto de vista del gobernante, como del militar, sin dejar de lado su calidad principal: la de ser humano. El texto se teje en torno al cesar y a su vida diacronica y cotidiana, por lo que sus amigos, enemigos y demas personajes historicos aparecen exclusivamente cuando se acercan al protagonista, cuando pasan a convertirse en el centro de la atraccion del emperador. No son ellos los que importan, sino como los comprende y evoca el propio Carlos. Juan Antonio Vilar, doctor en Historia por la Universidad de Nimega (Paises Bajos) y con estudios universitarios en Grana