El presente libro ofrece un panorama, una mirada, que son múltiples y distintas miradas, sobre el todo del pensamiento filosófico contemporáneo, que es un todo partido, diferentemente esparcido y conformado. La mirada considera el pensamiento actual en un doble aspecto. De un lado, su historicidad, su discurrir histórico, las corrientes en las que múltiple y diversamente se expone la filosofía actual y que corresponde a los contenidos del volumen I. De otro lado, las conocidas “disciplinas” filosóficas, que sólo mantienen y expresan su verdadero sentido si se las considera en relación con esa, aunque sea débil, necesaria unión con lo originario que es el filosofar en su pretensión de completitud y ensamblaje de cuestiones: Ética y filosofía política; Filosofía de la lógica; La filosofía de la ciencia. Problemas y posiciones; Filosofía actual de la religión; Filosofía y universo cuántico; La estética hoy; Teoría del conocimiento.
El presente libro ofrece un panorama, una mirada, que son múltiples y distintas miradas, sobre el todo del pensamiento filosófico contemporáneo, que es un todo partido, diferentemente esparcido y conformado. La mirada considera el pensamiento actual en un doble aspecto. De un lado, su historicidad, su discurrir histórico, las corrientes en las que múltiple y diversamente se expone la filosofía actual: Deconstrucción: lectura y escritura; El devenir pragmatista de la filosofía en América; El estructuralismo. El sentido de una polémica; Filosofía analítica; Metáfora e interpretación; Las aporías de la diferencia; El debe de juzgar [lûo-tar]; De la razón sustantiva. De otro lado, las conocidas “disciplinas” filosóficas, que sólo mantienen y expresan su verdadero sentido si se las considera en relación con esa, aunque sea débil, necesaria unión con lo originario que es el filosofar en su pretensión de completitud y ensamblaje de cuestiones, las cuales quedan recogidas en el volumen II.
Esta obra colectiva se pregunta por la relación entre Metafísica y Ética. Lo hace, ciertamente, desde un supuesto: la reflexión sobre lo fáctico no puede escamotear la falta de lo bueno, la privación de lo justo, la insatisfacción ante la precariedad y caducidad de las cosas. Quizás ello ocurra porque ese ser racional mortal que es el hombre se resiste a considerar completa y suficiente una teoría sobre el ser de la que haya desaparecido la vara de medir que es la libertad. La libertad no se conforma con que las cosas encajen entre sí, quiere que encajen con lo que deben ser. Siempre disconforme con respecto al orden que parecen seguir por sí mismos los hechos en su decurso histórico y siempre displicente frente a las más provechosas componendas fácticas, persiste en ajustar lo real a patrones cuyo ser se expresa precisamente en su carácter ideal y en la radicalidad de sus exigencias. Unas exigencias que son por cierto, ellas también, muy reales exigencias categorías de ser: como la exigencia de que sea en este mundo, por el concurso de acciones de los hombres capaces de fundar algo firme y bueno a secas, un poco de justicia, y una distribución de la felicidad que no ofenda a la mirada de la teoría, probablemente rondado lo intempestivo, pero también prestando oídos a lo que estimamos más necesario para esta época que es la nuestra.