Este libro es la continuación de Diario de un poeta de proveincias (1999), donde se recogían de un modo asistemático, y con carácter ensayístico, apuntes de aquí y de allá de las aficiones más queridas del autor (la poesia visual, la musica, la fotografia, etc.)
Se trata de una narración compuesta por tres partes: A bordo de un trillo, La muchacha del paraguas y una prosa hecha con tablas grises, todas ellas unidas por la intención de recuperar el tiempo perdido, las antiguas vivencias de infancia y juventud. Compuestas por pinceladas impresionistas, en cuidada prosa, reconstruyen el ambiente pueblerino de la Extremadura rural.