Una noche con la muerte y El discurso de los poderes forman el díptico con el que Juan Patricio Lombera ha sido finalista del II Premio El Espectáculo Teatral. En ambas historias, la muerte es la protagonista, aunque su relación con los hombres es muy distinta. En la primera obra, un joven de Chiapas es visitado por la muerte, que pretende llevárselo, pero se encontrará con unos planes bien distintos; los del joven, que en plena efervescencia hormonal, lo que quiere es fornicarse a ese esqueleto sin encantos que dice ser la muerte. Comedia de humor negro, -negrísimo- muy adecuada para ser leída en noche de luna llena en un cementerio lo más decadente posible. Y a ser posible ahíto de peyote. En El discurso de los poderes, un periodista es secuestrado por un grupo guerrillero, que utiliza su vida como moneda de intercambio con un gobierno dictatorial típicamente hispanoamericano. Lo que no podía figurarse nadie en el grupoguerrillero es la cantidad de intereses particulares que hay en un Estado y cómo antes de tomar una decisión, lo que menos se valora es la vida humana; y que el propio periodista tiene una carta negrísima en la manga. ¿Y la sociedad civil? Borracha en una taberna de mala muerte, haciendo apuestas.
Un libro sobre la emigración mexicana a Estados unidos. Lombera muestra el mundo violento y sórdido de los mexicanos que buscan entrar en Estados Unidos y que ante su deseo de encontrar una vida mejor, una felicidad idealizada, encuentran el rechazo de una sociedad brutal, quizá la muerte en una balsa y, en el mejor de los casos, un trabajo mal pagado y sin ningún derecho.
El mexicano Juan Patricio Lombera pertenece a ese grupo de escritores comprometidos que han hecho de la literatura una forma de vida. Sus comentarios, salpicados de sentido del humor, son profundos, certeros. Los personajes de Lombera se mueven entre España y México, cada uno en un entorno propio y con problemáticas personales, pero con temas recurrentes: el destino, la muerte, el erotismo, el alcohol y el hastío del hombre de nuestra época. La muerte puede tomar la forma de una mujer seductora, como en el caso de La muerte sólo coge tres veces o, como en El último refugio, convertirse en la posibilidad de huir del hastío; suele ser liberadora y, cuando no lo es, está dispuesta a hacer tratos con los mortales. En la obra de Lombera, el erotismo no es la contraparte de la muerte, sino el complemento. Lombera también nos presenta historias ancladas en la tierra, de guerrilla y sangre. La violencia del entorno mexicano —e hispano en un sentido amplio— queda retratada en su obra, sin olvidar las otras formas de violencia del primer mundo. La venganza queda como última solución para aquellos que han sido golpeados por la vida, y es una venganza dulce.