Durante los reinados de Felipe IV y Carlos II España experimenta el reverso de lo que había sido el siglo XVI y se precipita hacia la decadencia para descender al rango de segunda potencia. Si el espiritu del siglo XVIII empujaba a la razon, a la ciencia, a la critica y a plantear los origenes de la sociedad y del poder, desde su segunda mitad la experiencia del despotismo ilustrado acentuaria las reformas dirigidas al Estado, la administracion, la economia y la educacion, pero estas reformas no pudieron acallar los resultados explosivos de finales de siglo, que producirian una nueva transformacion, que no tenia nada que ver con el Antiguo Regimen.