Este libro recoge la historia de dos instituciones vallisoletanas de Antiguo Régimen, de las que se ha perdido la memoria. Quizás por la infamia que caracterizó a las mujeres que las habitaron, pues habian ejercido anteriormente la prostitucion. De la manEste libro recoge la historia de dos instituciones vallisoletanas de Antiguo Régimen, de las que se ha perdido la memoria. Quizás por la infamia que caracterizó a las mujeres que las habitaron, pues habian ejercido anteriormente la prostitucion. De la mancebia y del barranco, salian las mozas, de la mano de los cofrades del Amor de Dios, para ser encerradas en la Casa de Recogidas, cercana a la Iglesia de San Nicolas, fundada hacia 1580 y de la que Magdalena de San Jeronimo fue principal impulsora a principios del siglo siguiente. Alli unas permanecian temporalmente, en las fechas religiosas en las que su trabajo resultaba mas escandaloso. Otras, se quedaban e iniciaban un camino de redencion, aunque no de recuperacion de la honra. Encerradas, gobernadas, mantenidas y alimentadas, regidas por una pequeña comunidad de religiosas dominicas, pasaban un tiempo de recuperacion hasta, que como las mujeres honradas, y gracias a la beneficencia y caridad de particulares, y al patronato del ayuntamiento y del convento de San Pablo, podian plantearse tomar estado.Si decidian profesar, pues el matrimonio no era para ellas una solucion sencilla, otra red de beneficencia puso las bases para que todas ellas lo consiguieran, sin los problemas economicos que generaba la necesidad de una dote. Lo hacian en el convento de San Felipe de la Penitencia, situado como dicen los documentos al final de la calle Teresa Gil, actual plaza de España, que funciono desde 1541. La noble Magdalena de Ulloa puso posteriormente las bases para que asi fuera. Pero, en el dia a dia, fue tambien una comunidad de dominicas la que rigio este peculiar convento, de monjas profesas de la misma orden, con la peculiaridad de la mancha del pasado de sus moradoras, a las que no se duda en calificar de subditas.Tanto la casa de Recogidas, como el convento de San Felipe de la Penitencia a cuya historia se dedica este trabajo- tuvieron una larga vida. Mientras que la primera no desapareceria hasta 1834, el segundo siguio abierto hasta 1940, si bien desde 1859 sus moradoras ya no eran mujeres erradas. Sin duda, el siglo XIX centro su interes en otras obras de beneficencia, y atendio a la mujer delincuente y no a la pecadora.
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