En Colombia hemos tenido demasiados conflictos que se habrían podido resolver pero que terminaron en una guerra, demasiados proyectos que se habrían podido llevar a cabo pero que acabaron extraviados en las disputas entre facciones, demasiados consensos que se rompieron por rencores, demasiadas leyes que se enredaron en las contiendas, demasiados buenos propositos que se malograron en los odios, en sintesis, demasiadas buenas ideas estropeadas por malas emociones. Claro, en todos estos fracasos tambien hubo mucho de injusticia social, de despotismo, de oligarquia, de incapacidad administrativa y de corrupcion; pero todos estos pesares habrian sido mas faciles de superar si no hubiesen estado envenenados por las furias de la politica, por el cerramiento emocional de los espiritus. ¿Como explicar esto? Este libro responde a esta pregunta de la siguiente manera: en todas las sociedades (como en las personas) existe una tension interna entre, por un lado, lo que Baruch Spinoza llamaba, las emociones tristes, como el odio, la venganza, el resentimiento, la envidia, el miedo y, por el otro, las emociones amables o placidas, como la benevolencia, la civilidad, la compasion, el respeto y la simpatia. Cada pais adopta un determinado balance emocional entre estos dos abanicos emocionales, de lo cual obtiene su identidad cultural, que es algo asi como el temperamento de los grupos sociales. En Colombia ese balance, sobre todo en el ambito de la cultura politica, ha estado demasiado inclinado hacia los odios y las venganzas. Este es un libro empieza con los hallazgos de la llamada revolucion cognitiva para explicar el peso que tienen las emociones en la naturaleza humana y termina con una discusion sobre el mal, la polarizacion politica y con una defensa etica de la tolerancia y otras emociones placidas.
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