De Rusia, la gran desconocida, centrados sobre ella los focos por la tragedia de 2022, ha surgido por doquier el mismo símil, la comparación con matrioskas. La imagen aparece de forma simultánea en autores distintos no siempre con conocimiento entre si de su uso. En parte por evocacion logica, pero tambien por la necesidad de dar forma a la complejidad, por la confusa percepcion de que la Historia puede asemejarse pero no se repite y que la creencia en su reiteracion y en las constantes de ciclos, sujetos y comportamientos globales encierra el gran peligro de ignorar cambios de inedita y especial gravedad y desdeñar la importancia y diferencia de los individuos. Las matrioskas han aflorado desde el inconsciente, como boyas en un mar de fondo con amenazas nuevas a las que hay que enfrentarse y en cuya singladura no vale el refugio en la creencia en un mundo de bloques estancos, cada cual justificado por la propia fuerza. Sin la certidumbre de valores que han producido, en cualquier lugar, mejores y mas dignas formas de vida y de que estos valen defensa y esfuerzo no hay sino individuos y sociedades sumisos y miserables. Rusia no es solo dos muñecas encerradas en sus casas de madera laqueada, la mas visible carcel, Lider, dominio y furia, temible por su paroxismo pero necesariamente desfasada y perecedera. Bajo la nunca extinta matrioska sovietica estan las multiples que se agitan y miran, con una mezcla de desconcierto, orgullo y frustracion formas de vida de un Occidente al que nunca lograron integrarse pero hasta el que intentan aflorar. Es su tiempo, y los rusos lo haran construyendo y no arrasando. Porque Europa es las pequeñas, acogedoras, amantes de libertad y derechos individuales naciones del oeste y lo que Rusia siempre ha querido ser en los anhelos de sus gentes mas ilustradas, mas abiertas, mas deseosas de modernidad y progreso. En Transiberianas los relatos se van tejiendo con naturaleza, historia, ciudades, inmensos puentes y esfuerzos prodigiosos de ingenieria, coraje y resistencia de la ignorada pero excepcional conquista rusa del Este, de vastisimas extensiones exploradas y pobladas en condiciones de extrema dureza, con el descubrimiento de una epopeya que ocupa bien pocas lineas en nuestros libros de texto y sin embargo es paralela a la norteamericana conquista del Oeste. Aparecen numerosos personajes, situados en lugares muy distintos del espacio y del tiempo, ficticios solo en parte. Y la tranquila leccion de supervivencia de la Naturaleza, y del valor humano. Hay un Transeurasia que podra y debera existir, quizas muy pronto, en el que los viajeros de uno y otro oceano y de los diversos mares leeran la patetica historia del dictador menguante, que quiso jugar con el terror de hongos nucleares como Chaplin con el Globo terraqueo, y conoceran en otras paginas retratos y relatos sobre los que defendieron lo mejor de Europa y con ello la dignidad de todos y la libertad.
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