Esta novela es la crónica del caballero templario aragonés Bernardo de Fuentes, personaje real e histórico, que fue preceptor de la encomienda catalana de Corbera. Aquí se narran los avatares de su existencia: la busca alquímica de la piedra filosofal, elixir de vida que transforma los metales en oro y cura todas las enfermedades; la cetrería; los fetichismos de la medicina; los sortilegios de la brujería; la conspiración y espionaje en las Vísperas sicilianas; las victoriosas batallas de Roger de Lauria; la Cruzada aragonesa de Felipe el Atrevido, rey de Francia, cuando invadió Cataluña; su huida de la persecución del Temple; el mando de una milicia cristiana al servicio del emir de Túnez; su apostasía y el sorprendente regreso, como embajador sarraceno, a la Corona de Aragón. En su deambular por la Corona de Aragón, Italia y Francia, conoce a Arnau de Vilanova, Ramon Llull, papas, reyes y personajes reales, cuyas actuaciones describe sin sacrificar la verdad histórica al afán de muchos cronistas de amontonar alabanzas o reproches a un personaje, según su interés.
Tras una procaz aventura galana con una noble dama, un joven fraile iluminados de pergaminos se ve obligado a huir de su monasterio en Winchester, cruzando toda Europa hasta Bizancio y Tierra Santa, en medio de una vida azarosa y llena de lances en la que se hace pasar por conde, ingresando como caballero en la Orden hospitalaria. Después de sufrir la calamitosa derrota de la batalla de Hattin (1187), cambia la espada por los útiles de arquitecto e iluminador, siendo enviado por la reina de Sicilia y emperatriz de los romanos, Doña Constanza de Aragón, a pintar los muros de la sala capitular del monasterio de Sixena, Corte, Archivo y Panteón real de la Corona de Aragón. Desembarcando en Hispania, recorre las ciudades medievales de Barcelona y Çaragoça, y posteriormente participa en la victoriosa batalla de Las Navas de Tolosa y la trágica derrota de Muret con la muerte del rey Pedro el Católico. Terminados sus trabajos en Sixena, ingresa en la Orden de la Merced, de su amigo Pere Nolasco, dedicada a la liberación de galeotes cristianos...