Miquel Osset Hernández (Barcelona, 1963) es Doctor en Bioquímica, Licenciado en Filología Hispánica y ex–Presidente de Amnistía Internacional de Cataluña (1995-1998). Es conferenciante habitual y autor de numerosos artículos en revistas tales como El Viejo Topo, Ajoblanco y Ecología Política. Es autor de diversos libros: Ingeniería Genética y Derechos Humanos (Icària), Más allá de los Derechos Humanos (DVD) y La aventura humana. Cuentos populares y Derechos Humanos (Icària) y co-autor de los libros: La borsa de valors (La Magrana) y Los fundamentos jurídicos y filosóficos de los Derechos Humanos (EDAI).
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Helena fa un viatge en el temps i visita l´antiga Grècia. Allà coneixerà Epicur i els seus amics al famós Jardí. Gràcies al seu ajut, veurà com era l´Atenes del seu temps i escoltarà de la boca del f
Helena hace un viaje en el tiempo y visita la antigua Grecia. Allí conocerá a Epicuro y sus amigos, en el famoso Jardín. Gracias a su ayuda, verá cómo era la Atenas de su época y escuchará de la boca del filosofo que es lo mas importante de todo aquello que la sabiduria proporciona para una vida feliz.
Un padre explica a su hija el contenido de la Declaración Universal de los Derechos Humanos mediante cartas dirigidas a ella. Treinta cartas breves, una para cada uno de los artículos de la Declaración, en las que el autor narra una anécdota sacada de la vida cotidiana de la niña, Helena. Los derechos humanos explicados a mi hija armoniza el texto legal de los artículos con la voz sensible y tierna de un padre con su hija con la intención de transmitir los valores y derechos fundamentales recogidos por el texto aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948. Una obra cargada de sensibilidad para leer juntos, padres e hijos.
Se quejan de escribirse poco, se quejan de la burocracia académica, se quejan de la insustancialidad ajena, se quejan una y otra vez. Y sin embargo, esta cala en la vida privada y profesional de dos ensayistas de primer nivel, a traves de las cartas de Francisco Ayala a J.M. Ferrater Mora, ilumina sin melancolia ni abatimiento la maduracion de dos profesores con actividades intelectuales no exclusivamente o estrictamente academicas. O mejor: dos profesores dispuestos a aprovechar sus multiples oportunidades de pensamiento y accion para intervenir en el curso de las cosas que pasan, en sus lugares de exilio y en sus paises de origen.
El espectacular avance que las ciencias de la vida han experimentado en la segunda mitad del siglo XX ha supuesto la apertura de un debate plagado de preguntas que difícilmente podíamos plantearnos décadas atrás. ¿Qué es la vida?, ¿estamos autorizados a modificarla en algún sentido? ¿podemos alterar de algún modo nuestra descendencia?, ¿es lícito sacar provecho económico de la información contenida en nuestros cromosomas?, ¿son aceptables las madres de alquiler?, ¿puedo aspirar a tener clones de mí mismo? Son algunas de ellas, pero no como meras especulaciones, sino como realidades tecnológicamente posibles en la actualidad. La ingeniería genética ha abierto la Caja de Pandora de nuestros temores ancestrales. En la confusión nos hemos visto obligados a legislar rápida y desordenadamente sobre temas de una dificultad tecnológica y conceptual más que considerable. Uno de los retos más importantes a los que ha tenido que enfrentarse la Declaración Universal de los Derechos Humanos, formulada en una época en la que la ingeniería genética apenas balbuceaba, poniendo a prueba su validez, es el de su adaptación al progreso tecnológico. Es cierto que en ella no se encuentra un artículo específico que reconozca el patrimonio genético humano como algo inmodificable, pero sí se encuentran los principios que deben tenerse en cuenta a la hora de tomar las decisiones más controvertidas: el derecho a la intimidad, el derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica, el derecho a la libertad de conciencia, etc. En definitiva la Declaración es un texto útil que ha de ser enriquecido permanentemente actualizándolo.