Durante la segunda mitad del siglo XIX, los pintores españoles lograron en Roma una posición jamás alcanzada por ningún otro tipo de artistas. La presencia de Eduardo Rosales y Mariano Fortuny en la Ciudad Eterna, desde 1857 y 1858 respectivamente, marca un hito en el desarrollo de la pintura española. Los adelantos técnicos de estos dos pintores a partir de la década de los años sesenta, así como sus éxitos internacionales, animaron a sus compañeros y a los artistas de las siguientes generaciones a trasladarse a Italia. Según afirma el crítico italiano de la época, Diego Angeli, en Le cronache del Caffè Greco, los españoles, durante el período 1865-1885, fueron árbitros del ambiente pictórico romano, al extremo de que los salones más exclusivos les abrieron sus puertas. Fueron ellos quienes monopolizaron la mayor parte del mercado artístico extranjero, hasta el punto de incitar a los artistas italianos a crear nuevas escuelas para contrarrestar el éxito español. Tras décadas de injustificado olvido, vuelve a despertarse, con creciente interés, la atención hacia la que, retrospectivamente, ha sido denominada "escuela española de Roma". Este libro pretende contribuir al redescubrimiento de uno de los más brillantes períodos del arte español dando a conocer algunas de sus obras más representativas, y menos conocidas, trazando sus características y estableciendo además un nutrido censo de pintores españoles que visitaron Roma en la segunda mitad del siglo XIX.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, París ejerció una creciente atracción sobre los artistas del mundo entero, muchos de los cuales acudían a esta ciudad para ponerse al día de las últimas novedades y tratar de alcanzar desde alli una proyeccion internacional. Los pintores españoles no fueron indiferentes a este fenomeno, y a partir de la decada de 1850 comenzaron a visitar cada vez en mayor numero la capital francesa. Muchos de ellos obtendrian alli un importante exito, llegando a ejercer una influencia equiparable en ocasiones a la de los mas reputados maestros de la epoca.Vinculados en su mayoria a las tendencias academicistas, el empuje de las vanguardias los sumio, ya entrado el siglo XX, en un prolongado olvido. El conjunto de su obra, sin embargo, no puede ser desestimado, pues, en su nutrida diversidad, ofrece valores propios de gran calidad y constituye el sustrato sobre el que iba a germinar la que luego se conoceria comoescuela española de Paris.Proposito principal de este libro es censar y reseñar, dando a conocer algunas de sus obras mas representativas, a un amplio numero de pintores españoles que, durante temporadas mas o menos largas, residieron en Paris a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Salvando notorias excepciones, estos pintores conocieron en su mayoria, ya entrando el siglo XX, un prolongado olvido, del que no hace mucho empiezan a ser rescatados. El conjunto de su obra, sin embargo, no puede ser desdeñado, pues testimonia acerca de un periodo de extraordinaria vitalidad en la historia de la pintura española, objeto por aquel entonces de una profunda renovacion debida en gran medida a la poderosa influencia ejercida por la capital francesa. Este libro se propone contribuir al estudio y a la clarificacion de dicho periodo, sirviendose de un extenso caudal de informaciones ineditas y apoyandose en un importante conjunto de ilustraciones.