Basándose en el famoso hadith del Profeta: "Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Señor", el sublime sufí andaluz Ibn Arabi -que tanto influiría luego en los místicos cristianos como San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Fray Luis de León- construye un impecable edificio dialéctico sólo comparable a las grandes obras de filosofía advaita.
IBN AL-ARABIEl Árbol del Universo es un símbolo asociado al de la Montaña del Universo, sobre cuya cima crece. Se trata de un árbol situado en el centro de la Tierra; sus raíces descienden hasta lo mas profundo del mundo inferior, y sus ramas se extienden hasta abarcar el Este y el Oeste, llegando las mas elevadas hasta el cielo ma alto. Al profeta Mahoma le incumben las raicen de este arbol, asi como sus ramas y el Arbol de la Vida, que esta en el centro del Universo y qye se ilumina por su propia actividad. en palabras de Arthur Jeffery este libro es la especial contribucion de Ibn al-Arabi a la doctrina de la Persona de Mahoma. Su proposito expreso es ilustrar la unicidad de Mahoma en su relacion cpnmn Dios, con la humanidad y con el Cosmos
Uno de los temas concretos que Ibn Arabi quiere explicar en su Futûhât-al-Makkiyah es éste: "Si un gnóstico (ârif) lo es realmente, no puede permanecer atado a ninguna forma de creencia". Eso quiere decir que, si alguin que ha adquirido conocimientos llega a conocer el Ser que hay en su propia persona con todos sus significados, no se quedará atrapado en una creencia. No reducirá su círculo de conocimientos. Es como una materia prima (hayûla) y acepatará cualquier forma que se le dé. Al ser externas estas formas, no se produce ningún cambio en el núcleo de su universo interior.
"Este tratado contiene misterios divinos, es una guía de iluminación para cuantos busquen la verdad. Aquellos que quieran ser íntimos de Dios, y que recorren su jardín en busca de la rosa del conocimiento, deben leer este libro y aprender a "SER". Su autor es Ibn Arabi. Quien lea y entienda sus palabras entrará en contacto con él" Sheikh Muzafer Al-Jerrahi
Basándose en el famoso hadith del Profeta: "Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Señor", el sublime sufí andaluz Ibn Arabi -que tanto influiría luego en los místicos cristianos como San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Fray Luis de León- construye un impecable edificio dialéctico sólo comparable a las grandes obras de filosofía advaita.