Cuando Alfredo tenía cuatros años su papá le descolgó la luna en una terraza de Ciudadela. Al año siguiente volvió a trepar al cielo, pero ahí ya no volvió. Poco después el niño tomó la imagen de la Virgen que su mama veneraba y la rompio en mil pedazos, esperando que un acto semejante hiciera que los cielos se abrieran. Y, quizas, alguien cayera. No paso nada, pero cada noche, justo antes de subir a escena, vuelve a sentir algo parecido.Alcon tiene buena memoria. Y recuerda que Peron le saco el miedo a su madre, la cara de disgusto que le puso Armando Discepolo y como se le tiro al cuello y casi ahorca a Margarita Xirgu. No olvida a Rita, aquella prostituta que le mataba el hambre en Madrid, ni los años en pareja con Norma Aleandro, ni el romance inventado con Maria Rosa Gallo, ni su primera y unica boda, a todo trapo, en una iglesia pegada al Museo del Prado. Pero, tampoco, el dia que Videla le robo los aplausos, aquel otro en que Hebe le hizo meter los dedos en el enchufe y cuando conocio a un actor extraordinario, de apellido Lopez Rega. Y mientras la platea se va completando con nombres como Torre Nilsson, Nuria Espert, Cunill Cabanellas, Suar, Lola Membrives, Nene Cascallar, Peretti, Cibrian y la Campoy, Carnaghi, Gene y tantos otros, parece escucharse la inconfundible voz de Fellini, preguntando, ¿y si hicieramos un poco de silencio para escucharlo?.
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