La prosa dispersa de Pablo García Baena (Córdoba, 1921-2018) es la de un poeta a pie de calle, a pie de su propia autobiografía. Textos que el autor rehusó publicar en sus libros mayores, tal vez por considerarlos que pertenecian a su prehistoria como gustaba llamar ironicamente a su creacion juvenil, o porque correspondian a una simple anecdota literaria o a un compromiso amistoso del momento. Amistad seria la palabra adecuada para comprender esa escision en donde, aun asi, perdura y cabe toda Cordoba la de su infancia y madurez al paso nocturno de sus tradiciones; toda la ciudad nativa, de cuya historia cultural fue un acerrimo defensor, la de los toreros y la de las tabernas con el cante jondo, con ese plasticismo necesario para levantar las arriesgadas columnas del grito. Pero tambien en donde cabe, y estas paginas lo corroboran, todo Cantico, que podriamos esbozar con aquellos versos de Jorge Guillen: relaciones felices / entre quienes, aun mozos, / se descubrieron gustos, preferencias / en su raiz comunes. / ¡Poesia!. Y tambien los secretos de su propia palabra poetica, en la cual, como el propio autor sentencio, el poeta no va a salirse de su biografia interior. Todo este universo, que ahora rescata Renacimiento, ha permanecido durante decadas secuestrado por el tiempo, perdido en las olvidadas revistas de la epoca, en los periodicos que le abrieron las paginas al poeta para que penetrase, clara y firme, su voz, en los catalogos de las efimeras exposiciones, en presentaciones a amigos, en conferencias, en discursos Un conjunto que no hace sino afianzar aun mas, y descubrirnos a su vez, la inmensa figura de un Garcia Baena inedito para muchos. Lo contenido en este libro como bien señala Jesus Cabrera a modo de presentacion es el equivalente a las carpetas que se guardan en el estudio del pintor, a los sucesivos dibujos y bocetos, o a los lienzos superpuestos y apoyados en el suelo que, a lo mejor, nadie ha visto en decadas. Es una historia paralela a la publica, tan valida e interesante como aquella, que nos muestra de forma directa y sin artificios la humanidad que hay en todo proceso creativo.
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