Paola Kaufmann (Río Negro, Argentina, 1969) es doctora en Neurociencias y durante los últimos años ha combinado la investigación científica con la literatura. En 1998 recibió una mención del Fondo Nacional de las Artes por el libro de relatos La noche descalza y, en 2000, ganó el primer premio del Fondo Nacional de las Artes con un libro de cuentos, El campo de golf del diablo. Ha sido incluida en la antología Cuentos argentinos (Siruela, 2004). La hermana obtuvo en 2003 el premio Casa de las Américas en Cuba.
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Cuando el mundo insiste en repetirse, los relatos de esta obra sorprenden por esa mirada aguda que nos invita, ya no a la esperanza, sino a la gracia eterna del desconcierto y la sonrisa.
Esta obra sitúa el aporte freudiano apuntando a reconocer la conexión entre diversos niveles de referencia: conceptos fundamentales, conceptos técnicos y nosográficos, dominios de aplicación, y retoma los los temas clasicos del psicoanalisis, la especificidad de la clinica psicoanlitica en su relacion con las modalidades de la transferencia; la distincion (es decir la oposicion) entre la neurosis y la psicosis, y la funcion civilizadora del Edipo y la sublimacion. En forma de entradas, presenta elementos para una enciclopedia, es decir para aportar a la posibilidad de un Saber. Sin embargo, estos elementos de psicoanalisis no se limitan a las palabras que definirian un vocabulario de la especialidad sino que el autor ha deseado organizar -historica, conceptual o clinicamente- una circulacion entre los diferentes aspectos de la disciplina, por medio de una distribucion apropiada. La primera parte de la obra presenta, por orden alfabetico, los conceptos fundamentales, funcionales y nosograficos esenciales indicados por la clinica. La segunda parte incluye los dominios de la cultura donde el psicoanalisis pudo suscitar nuevas contribuciones, logrando con diversas disciplinas intercambios a veces episodicos, a veces duraderos.
En el siglo XIX vivió en Nueva Inglaterra Emily Dickinson (1830-1886), una escritora tan solitaria como sólo pueden serlo los genios o los locos. Pese a las innumerables interpretaciones su vida fue, y sigue siendo, una suerte de emboscada para los curiosos y de enigma perpetuo para los críticos de su obra. En La hermana, la mirada de Lavinia Dickinson, su hermana menor, nos descubre a Emily en el esplendor y miseria de su cotidianidad: una mujer rebelde y excéntrica, con un extraordinario sentido del humor, que fue fabricando su imagen y moldeando un destino a sabiendas de que éste sería imposible de alcanzar en vida. Lavinia, o Vinnie, narra una historia en la que Emily está siempre presente, en la periferia o en la médula de sus recuerdos. Vinnie es testigo y parte, adora a Emily pero también la rechaza, no la comprende pero la protege. Con tristeza, sarcasmo, impiedad, habla de la soledad de ambas como algo elegido. Vinnie Dickinson percibió a la hermana genial desde otro lado, incluso desde la incomprensión. Y fue también, ella misma, la hermana.