Ricardo Hurtado de San Antonio«Crónica auténtica y verídica de una cercana época, no por próxima mejor conocida y, en gran parte, ignorada y considerada como anécdota del pasado por los descendientes y herederos de los que nacimos en los albores de la Guerra Civil, crecimos y vivimos en los oscuros años de la larga noche franquista y despertamos a la luz de la libertad y la democracia, en un período de tiempo que va desde 1939, principio de la dictadura, a 1975, año de la muerte de Francisco Franco Bahamonde, con un tardofranquismo en la década de los sesenta, con visos de apertura y abundancia gracias al maná del turismo y la emigración de millones de hombres y mujeres, como único medio de subsistencia en la pobre España que propició la etapa del desarrollismo urbanístico, social y económico. Han transcurrido setenta años del inicio de aquella experiencia, y mi memoria la recuerda con ternura como ocurrida ayer, pugnando por salir al exterior con el propósito de acercarla a mis lectores, para que se sorprendan del quehacer diario que los cacereños de mi generación compartimos con el resto de los españoles consiguiendo con tesón, sacrificio y trabajo, una sociedad más justa, equilibrada y humana que la nuestra y que hemos legado a nuestros hijos y nietos. Aquellas vivencias fueron conformando mi manera de ser y mi carácter, y se me antojaba que el destino de Cáceres era el mío propio, porque, en gran medida, mi ciudad fue forjando mi idiosincrasia y personalidad coadyuvando con mis padres de los que aprendí mi forma de vida más positiva y enriquecedora.»*
Ricardo Hurtado honra la memoria de destacados personajes históricos relacionados con el monasterio de San Francisco el Real de Cáceres, merecedores de que sus apasionantes vidas, más prodigiosas que reales, puedan transformarse en sorprendentes leyendas, a las que se añade "La Profecía", cuento futurible con moraleja, con el propósito de que nunca llegue a cumplirse. «Nada de leyendas áureas, como se llamaba en el siglo XIII a la vida de santos y mártires de la Iglesia, ni sagas islandesas y nórdicas que entronizaron la mitología y actos maravillosos como folclore popular de aquellos países, ni fabulaciones, ni tradición oral, ni fantasías cimentadas en la intervención de poderes sobrenaturales y ultraterrenales, ni heroísmos guerreros y amorosos de las canciones de gesta recogidas en nuestro Romancero, ni magia, ni esoterismo, ni videncias, ni brujerías, ni paladines invencibles, ni encantamientos, ni monstruos voladores o alquimistas que inmortalizan la vida con sus pócimas y ungüentos. Nada de eso. Aquí ofrezco crónicas ciertas que, por su veracidad y autenticidad, se impregnan de admiración y señalan el camino del recto comportamiento a seguir por el lector, al mismo tiempo que su recreación literaria intenta evitar que lo insólito e irracional jueguen un papel esencial, impidiendo así que se desvirtúen los hechos históricos de los que proceden y que forjan estas leyendas. Los diversos personajes que las integran están seleccionados por la pasión, energía, decisión y naturalidad que muestran en vivo, exentos de cualquier vulgaridad y artificio».