Lucas, a musician and translator, comes home one day to find a cryptic postcard on his doorstep. This postcard sets in motion a series of bizarre, seemingly interconnected events, leading Lucas and his girlfriend, Nuria, to be kidnapped by a religious cult with roots stretching back to the thirteenth century. Seeking guidance from a fire-eater, a band of mythic roof-dwellers, and his deeply skeptical friends, Lucas must figure out who to believe-or who can believe him. In his internationally acclaimed debut, Richard Gwyn takes us on a gripping ride of faith and deceit through Barcelona's Gothic Quarter.
Puede una leyenda cátara del siglo trece interponerse entre el amor de un hombre por una desconocida?Lucas es un músico y traductor inglés que vive en el barrio Gótico de Barcelona. Un día encuentra una postal que le indica que acuda a ver el cuadro Mujer en la noche, de Miro. Alli le espera una misteriosa mujer con la que empezara un romance y una bajada a los infiernos que le llevara a la obsesion, a transitar por los bajos fondos de Barcelona en un delirio de alcohol y drogas e incluso a los Pirineos, al corazon de una secta neocatara que pretende reavivar el espiritu de los que fueron exterminados en el siglo XIII.
El autor de este libro escribe vivo y muerto. En el año 2000, a Gwyn le diagnosticaron una hepatitis C que lo condujo a una cirrosis terminal, la cual sólo podía resolverse en trasplante o muerte. Pero, incluso en el caso de la primera opción, otra persona ?«un extraño»? debía morirse. Acaso este concepto, la muerte de un extraño, funcione como punto de vista de la narración. Sólo que ese otro es también él mismo. Las consecuencias éticas y poéticas del trasplante quedan analizadas por el implacable poeta que es Gwyn y, al mismo tiempo, por el profesor y crítico que además es. Sólo desde este desdoblamiento (que acaso tenga que ver con su oficio de traductor) podía afrontarse con éxito ese otro escalofriante desdoblamiento que propone el texto: el de una mirada póstuma sobre la propia vida. «Me he convertido en algún tipo de zombi», bromea, o no tanto, mientras cuenta cómo salvó el pellejo a última hora. El autor aborda la teoría del dolor y sus límites, el mutismo que se aloja al final del cuerpo. Escrutando su propia posición literaria respecto a su dolencia, emprende un conmovedor intento de apresar una narrativa de la enfermedad, una especie de sintaxis del paciente. Gwyn pasó nueve años vagabundeando, hundido en el alcoholismo aunque también en turbias epifanías. El presente libro relata esos años de viaje y adicción, o adicción al viaje; el tortuoso proceso de su enfermedad; su metamorfosis emocional; su casi milagrosa recuperación; y el problema de cómo escribirla. Con golpes de humor que alivian sin anestesiar, toca la vena de lo que todos somos en primer o segundo grado: supervivientes que hablan