En los años veinte entró en contacto con los superrealistas, de cuyo grupo formó parte destacada hasta 1929, en que rompió con Breton. En los treinta, su actividad creativa se orientó perfectamente hacia la radio, en la que combinó de manera innovadora lo literario con lo musical. En los cuarenta, durante la ocupación alemana, formó parte de la resistencia, siendo detenido por la Gestapo en febrero de 1944 e internado en diversos campos de concentración, en el último de los cuales, el de Terezin, en Checoslovaquia, murió en junio de 1945 a los pocos días de su liberación.
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« La coïncidence entre le besoin de projeter ses plus libres fantasmes et, d'autre part, celui d'une "technique poétique" font de Desnos un poète de la surréalité, et donc de la modernité, en même temps qu'un poète qui se rattache à une tradition, celle des grands baroques. C'est là peut-être l'originalité de cette voix si douée qui, avec ses intempérances et ses turbulences, ses écarts, ses inégalités, mais toujours son intensité, est une de celles qui nous forcent le plus manifestement à reconnaître la présence de cette chose spécifique, irréductible, qui s'appelle la poésie. Au reste, et c'est ce qu'il faut dire encore, cette voix était celle d'un homme chez qui le besoin d'expérimenter sous toutes ses formes le langage poétique, allait naturellement avec celui d'expérimenter la vie sous toutes ses formes aussi ; d'un homme qui était plein de passion, curieux et joueur de tout, courageux, généreux et imprudent ; et qui est mort à quarante-cinq ans, dans les circonstances que l'on sait, d'avoir eu ce goût violent de la vie, et donc de la liberté, et d'avoir voulu le pousser jusqu'à ses dernières extrémités. » René Bertelé.
A la misteriosa y Las tinieblas constituyen un corpus homogéneo dentro de su producción poética. En ellos la pasión amorosa dio lugar a un admirable puñado de poemas en los que, a la manera superrealista, los procedimientos compositivos provienen de la lírica tradicional. A la misteriosa y Las tinieblas son de esos libros que queman las manos y dejan cicatrices, y cuyo fuego ni siquiera su autor sabe de dónde nace; dos poemarios que, superando al propio poeta, se alzan iluminados por el brillo del verdadero aliento poético.
A finales de la década de los años veinte se encontró en el barrio parisino de Saint-Denis el cadáver, brutalmente despedazado, de una mujer. El crimen, y su estremecedor parecido con los cometidos años antes por Jack "el destripador", despertaron la curiosidad del poeta y periodista Robert Desnos, que decidió investigar a su vez la historia de aquel legendario asesino del Londres victoriano. En última instancia, Desnos quería demostrar que los procedimientos de los criminales sádicos no habían cambiado desde "el destripador" y para ello estudió, con las dotes de un monstruo mitad forense y mitad literato, los detalles y las variaciones de cada uno de aquellos homicidios. Este trabajo vio la luz a través de una serie de nueve artículos periodísticos sobre Jack "el Destripador" publicados en Paris-Matinal entre los meses de enero y febrero de 1928, y que ahora por primera vez se traducen al castellano. En todos ellos, tanto el ambiente del Londres de la época como los pormenores de los crímenes son descritos de forma magnífica y reveladora. Además, Desnos propone a sus lectores a lo largo de esta serie una suerte de intriga paralela que va hilándose de un texto a otro y que avanza, finalmente, una suerte hipótesis sobre la verdadera identidad de este asesino que nunca fue juzgado…
Robert Desnos nace el 4 de julio de 1900 en París en el barrio del mercado central de la ciudad (Les Halles), del que su padre es asentador. Conoce varios domicilios familiares, en el Boulevard Richard Lenoir, en la calle Saint-Martin y en la calle Rivoli, que dibujan el contorno de la zona artesana y comerciante del popular centro parisino. Acostumbrado desde niño a deambular por sus calles, su imaginación se alimenta de los mágicos nombres que portan orgullosas las vías de la capital francesa así como de la publicidad encontrada al azar de sus paseos. Pero también de las ilustraciones de tebeos como el Épatant o el Intrépide, o los suplementos ilustrados del Petit Parisien y del Petit Journal. Y de sus apasionantes lecturas infantiles que le permiten revestir la piel de los marinos de Victor Hugo, la de los indios de Gustave Aimard o la del Fantomas de Pierre Souvestre et Marcel Allain, nacido once años después que él, pero ya todo un maestro del crimen y un modelo de elegancia, inteligencia e intrepidez. Amante del cine desde sus inicios, el joven Desnos verá en la pantalla hacerse casi realidad las mayores fantasías de su niñez.