"En la tradición de los abogados defensores convertidos en escritores, como Scott Turow y John Grisham, el letrado Robert Rotenberg debuta en la novela con esta intriga legal, a la que aporta su rico conocimiento forense. Deberia haber sido un caso visto y no visto. El principal presentador de radio del Canada, Kevin Brace, ha confesado que ha dado muerte a su joven esposa. Ha salido a la puerta de su apartamento de lujo con las manos cubiertas de sangre y le ha dicho al repartidor de prensa: La he matado. El cadaver de su mujer yace en la bañera con una herida mortal de cuchillo justo debajo del esternon. Ahora, solo deberia quedar el procedimiento legal: documentar la escena del crimen, llevar el caso a juicio y se acabo. El problema es que, despues de musitar esas palabras incriminadoras, Brace se niega a hablar con nadie, ni siquiera con su propia abogada. Con el descubrimiento de que la victima era una alcoholica autodestructiva, la aparicion de unas extrañas huellas dactilares en la escena del crimen y un revelador interrogatorio judicial, el caso, aparentemente sencillo, empieza a adquirir todas las complejidades de un juicio por asesinato ardorosamente disputado. Firmemente enraizada en Toronto, desde la antigua prision del Don hasta el deposito de cadaveres o los umbrios corredores de la historica sala de justicia del Ayuntamiento Viejo, Caso cerrado nos conduce en una visita fascinante a una ciudad tan vital y excitante como el mosaico abigarrado que puebla el relato de Rotenberg. Estan Awotwe Amankwah, el unico periodista negro que cubre el crimen; el juez Jonathan Summers, un ex capitan de la Marina que dirige su tribunal como si todavia estuviera en el puente de mando; Edna Wingate, una esposa de guerra britanica de ochenta y tres años fervorosa practicante del yoga con calor, y Daniel Kennicott, ex abogado de un gran bufete que se hizo policia despues de que su hermano fuese asesinado y la investigacion terminara en un callejon sin salida.&