Desde los albores de los tiempos, adivinos y videntes han encontrado signos y presagios en el mundo que los rodeaba: las hojas de té, los estanques, los delicados dibujos en las hendiduras de los huesos de los animales, los movimientos de las nubes en el cielo… Al ser capaces de conectar con un nivel más profundo de la consciencia, estos observadores han llegado a percibir poderosa y misteriosamente, verdades escondidas. En los tiempos modernos llamamos “médiums” a aquellas personas que poseen estas capacidades, pero las culturas nativas creían que cada uno de nosotros posee un innato sexto sentido y podía aprender a interpretar las fuerzas de la naturaleza.En esta guía, el historiador y médium Sarvananda Bluestone nos enseña a redescubrir esta sabiduría que todos poseemos y que nos permitirá sintonizar con nuestro entorno como nunca lo hubiéramos imaginado. Aprenderemos, pues, a utilizar e interpretar los objetos cotidianos y a descubrir las maravillas de la naturaleza, herramientas mágicas que se convierten en ventanas hacia el futuro y nosotros mismos.
Sarvananda Bluestone -doctor en Historia y muy serio investigador- aborda el tema sin mencionar siquiera a Freud y Jung. Lo hace interesándose particularmente en las actitudes que respecto del mundo onírico tuvieron y tienen los más diversos pueblos del planeta: los hopi, en América del Norte, los siwa en el desierto de Libia o los naskapi en la península del Labrador, por citar sólo algunos.Sus páginas ayudarán a descubrir la riqueza de la conciencia de los sueños así como que la interpretación de cuanto ellos simbolizan es absolutamente personal y no universal, según suele creerse. Con el título Exploraciones de Sueños, incluye ejercicios prácticos para poder inducirlos, rememorarlos y comprenderlos, pues en el mundo occidental es donde más se ha olvidado que los sueños están hermanados con la imaginación.Sin embargo, bastaría recordar que Einstein rastreó la génesis de su célebre Teoría de la Relatividad en un sueño que tuvo a los catorce años, para encontrar justificación suficiente de que a nuestro genio creativo puede accederse mediante los sueños y que de ninguna manera están disociados de lo que ha dado en llamarse "el mundo real".