Nuestro librero Albert Fernández (Librería de Barcelona Rambla) recomienda Lamentaciones de un prepucio: "Inaugurando el género de la autobiografía irreverente, Auslander se ríe de su borreguil educacion en la ortodoxia judia, del temor a Dios y de las laicas evasiones hacia la marihuana y la mastrubacion compulsiva. Dios es cruel".Vale, Dios no dice nada cuando Le hablan, asunto a partir del cual se han escrito pliegos interminables, pero no por eso es menos vengativo y cruel. Logicamente, el mayor conspirador de la historia actua en silencio, y de El no hay manera de escapar, como bien sabe cualquier paranoico de orientacion pesimista (alguien que ha entendido la situacion y no temeria lo peor si no esperase algo mejor). Estamos hablando de Shalom Auslander, educado en la ortodoxia judia, de la cual se desvio primero a traves de la pornografia y la comida no kosher, la marihuana, el hurto y la masturbacion compulsiva, y luego a traves de una vida que podriamos llamar laica. Y que viene a ser lo mismo, porque el autor sigue creyendo es decir, temiendo de modo agobiante, incurable, miserable. Por eso, ahora que su hijo esta por nacer, no sabe si hacerle cortar el prepucio segun ordena la tradicion o esperar algo peor que la muerte, una tortura mas lenta, dolorosa y, sobre todo, divertida a los ojos de Dios. Mas alla de la anecdota, este memoir (pues no hay aqui mas ficcion que en la Biblia, aunque tanto castigo parezca mentira) da cuenta de una rebelion inevitable y al mismo tiempo inutil. Estas Lamentaciones meditan, pues, sobre la identidad. ¿Soberania y sujecion a partes iguales? Nadie responde. Si usted no se rie con el sufrimiento del autor, le devolvemos el dinero. (Los calificativos hilarante aunque triste, subversivo e iconoclasta pero piadoso, conmovedor y sobre todo genial se repiten casi como una plegaria en los muchos elogios de la critica, junto a las comparaciones con Philip Roth, que no son odiosas porque Auslander incluso sale ganando, Sedaris, Eggers y Woody Allen). Pero, si solo se rie y no padece y se maravilla y empieza a temer un castigo desproporcionado a su complicidad en la lectura de esta blasfemia, le recomendamos que vuelva a comprarla como se compra a veces, ingenuamente, el perdon.
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