"Hace cuarenta años, en otra etapa técnica y política del terror, emergieron en la Argentina monstruos con nombre y apellido que representaron ese poder de exterminio hasta lo indecible, hasta los límites de un lenguaje que puede aun quedar intimidado por tanto horror. Esos monstruos tienen o tuvieron creencias, una historia personal, institucional, son hijos de identificables sectores sociales; se cebaron con la matanza, el sojuzgamiento y el goce perverso de los cuerpos del enemigo a niveles que empalidecerian a los mas audaces matadores de los totalitarismos que en la historia han sido. Se llamaron Antonio Bussi, Ramon J. Camps. Se llaman Luciano Benjamin Menendez, Jorge Antonio Berges y Jorge Acosta."El cuerpo del poder, pero tambien el poder con cuerpo. Carne contra carne. Torturador y torturado en batalla desigual, casi una no batalla, podria decirse. Los nombres propios los declaman, los denuncian; las historias personales no buscan volverlos humanos, como dicen algunos, sino alumbrar el monstruo en su completud, mirarlos de frente y auscultar sus nuevas formas en la actualidad.
Hablar de la irrupción de otra clase social puede ser equivalente a asomarse al abismo de una nueva teoría. Sin embargo, los autores encuentran, mediante la investigación periodística, no solo la posibilidad de definir este sector de la sociedad, rastrear su historia y darle un nombre, sino tambien la oportunidad de crear la expresion para lo que se viene gestando y consolidando desde varios años: una nueva clase social, la clase un cuarto. Ni baja ni media, esta clase se ubica entre ambas. Siente la cercania de la pobreza como un descenso al infierno.Este libro traza la genealogia de una decadencia no aceptada. Sin embargo, la Argentina ya esta atravesada por los habitos, las costumbres y los anhelos de esta clase."La clasificacion social es siempre un desafio. La de la clase un cuarto en la Argentina mas aun, porque nadie se reconoce en ella aunque hoy abarque a la mayoria". Vicente Muleiro y Hugo Muleiro