Son de papel. Inofensivos. Algunos en grado de tentativa; otros frustrados; la mayoría confesos. A todos les une un vínculo muy especial y cada uno tiene su historia: veintiséis en total, que ellos creen que deben de ser escuchadas.Son asesinas y asesinos de papel. Pero, ¡cuidado!, porque algunos hasta pueden caer bien por lo entrañables, porque al fin y al cabo no les quedaba otra que hacer lo que hicieron.
Como cada viernes a las siete de la tarde, subía la cuesta de Eskurtze –quien la conozca sabrá cómo es de empinada– para acudir a mi clase de bailes tropicales. Y como cada viernes, iba con la lengua