La plaza de Alfonso II, a los pies de San Salvador, fue el corazón urbano de Oviedo durante una gran parte de su historia. Lo que era un espacio trepidante de vida se convirtió en un marco vacío que acogio lo que hoy son solo microcosmos fantasmas: la urbs prerromanica, levantada por los reyes asturianos sobre un poblamiento anterior; el entramado medieval, testigo de la titanica lucha del templo catedralicio para poder avanzar entre un angosto caserio; una ciudad de mercado en torno a su plazuela y un escenario renovado al servicio de la burguesia finisecular.En la corte de Oviedo nacio el Camino de Santiago. Sus peregrinaciones, unidas al culto de las reliquias mas prestigiosas de la Peninsula, en un camino de vuelta, animaron las calles de la urbe con el bullir de unas gentes procedentes de los mas apartados lugares; contribuyeron al prestigio de sus gremios, cofradias y mercados, fortaleciendo su economia, e impulsaron la cultura, contrarrestando el relativo aislamiento de la region con iniciativas como la elevacion de su altiva flecha calada, una obra maestra absoluta del gotico aleman.En aras de una falsa modernidad, a la que se unieron la revolucion y la guerra con sus destrucciones apocalipticas, ademas del desarrollo economico, a veces todavia mas dañino, muy poco quedo de todo aquello. Su reconstruccion virtual solo podemos hacerla partiendo de lo conocido y seguro, mas o menos documentado, hasta lo desconocido e hipotetico. Como en la perspectiva de un cuadro, el primer plano es mucho mas detallado que el segundo, un tanto mas borroso, pero en el que aun podemos percibir detalles, para permanecer el tercero en el dominio ya de la imaginacion.Para los siglos XIX y XX disponemos, entre otras fuentes, de las inapreciables fotografias antiguas, con sus imagenes de un mundo que periclito, y los extraordinarios planos que con tanto mimo se conservan en el Archivo Municipal de Oviedo. Para la ciudad bajomedieval y de mercado existen excelentes monografias y articulos especializados fruto del denodado esfuerzo de numerosos investigadores. Para epocas anteriores, debemos conformarnos con los escasos restos conservados, los datos de unas cronicas muy posteriores a los hechos y las reconstrucciones arqueologicas.
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