Si el cine es, innegablemente, el arte principal del siglo xx, el automóvil es, también, el objeto y el símbolo más acabado de ese período histórico. Uno tuvo, gracias a su enorme poder evocador, la capacidad de trasladarnos a mundos extraños y hacernos vivir vidas ajenas, y el otro, por su naturaleza tecnica, la de ampliar las fronteras de nuestro entorno. Nacidos ambos en las postrimerias del siglo xix, es recien en las primeras decadas del siglo pasado cuando se imponen ante un publico absorto estos nuevos prodigios de la tecnica. El crecimiento de ambas industrias (que hoy se cuentan entre las mas poderosas) se desarrollo en paralelo, y ya desde los primeros filmes los coches fueron una presencia constante en el cine, que los adopto, como lo hacia simultaneamente el publico, como una presencia habitual. Esta asociacion se amplio, y a medida que el cine y el automovilismo deportivo fueron imponiendose como espectaculos masivos en el gusto popular, termino por consolidarse. Nacieron entonces los filmes estrictamente dedicados al mundo automotor, cuya culminacion resulto ser el cine de carretera (las road movies), que surge sin dudas mucho antes de su apogeo, la decada de 1970. Por otro lado, la television haria su inmenso aporte, y con la aparicion de las series terminaria por imponer distintos modelos de coches, unidos a partir de entonces al destino de los protagonistas. Fortificada por las series de la posguerra, la presencia del automovil en el cine y la tv se hizo cotidiana y dio paso a modelos especialmente diseñados, que se independizaban de la trama y se convertian en un personaje mas. A la manera de un catalogo, este libro de roberto j. Luis da cuenta del camino que recorrieron juntos y rescata, para el amante de ambos universos, los momentos mas significativos del romance entre las pantallas chica y grande y las fabulosas maquinas de rodar.
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