EDUCAR SIN DROGAS (Y SIN RECORTES)

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Opiniones sobre EDUCAR SIN DROGAS (Y SIN RECORTES)


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Víctor Ignacio

03/02/2025

Tapa blanda

El libro "Educar sin drogas" de Enrique Villarreal Armendáriz pretende presentarse como una crítica al uso de medicación en niños diagnosticados con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), pero en su argumentación incurre en afirmaciones erróneas, sin base científica y peligrosamente desinformadas. Uno de los errores más graves del libro es negar la existencia del TDAH, una condición neurobiológica ampliamente estudiada y respaldada por décadas de investigación científica. Según la Asociación Americana de Psiquiatría y la Organización Mundial de la Salud, el TDAH es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por síntomas persistentes de inatención, hiperactividad e impulsividad, que afectan significativamente la vida cotidiana de quienes lo padecen. Su existencia no es una cuestión de opinión, sino un hecho comprobado por la neurociencia, con estudios que han identificado diferencias estructurales y funcionales en el cerebro de las personas con este diagnóstico. Además, el autor compara de manera errónea el metilfenidato con "speed", sugiriendo que se está drogando a los niños con sustancias peligrosas. Esta comparación es completamente falsa y alarmista. El metilfenidato y las anfetaminas utilizadas en el tratamiento del TDAH han sido objeto de rigurosos estudios que demuestran su seguridad y eficacia cuando son prescritos y administrados bajo supervisión médica. Estos medicamentos ayudan a regular la actividad dopaminérgica en el cerebro, permitiendo que los pacientes mejoren su capacidad de atención, regulación emocional y control de impulsos. De hecho, estudios han demostrado que el tratamiento con estimulantes reduce el riesgo de fracaso escolar, depresión, ansiedad y consumo de sustancias en la adolescencia y la adultez. El enfoque del libro, que presenta la medicación como una estrategia meramente economicista para "callar" a los niños en lugar de contratar más docentes, ignora la realidad de las familias que viven con el TDAH y el impacto positivo que tiene el tratamiento adecuado en sus vidas. Si bien es cierto que la educación debe ser inclusiva y adaptada a las necesidades de cada alumno, la existencia de deficiencias en el sistema educativo no invalida la utilidad de la medicación para quienes la necesitan. Finalmente, resulta preocupante que un libro que pretende abordar la educación y la pedagogía fomente teorías conspirativas y desinformación sobre un tema tan serio. Minimizar el TDAH y demonizar su tratamiento médico no solo desacredita a la comunidad científica y médica, sino que pone en riesgo a niños y adultos que podrían beneficiarse de un diagnóstico y tratamiento adecuados. La divulgación de información errónea en un tema tan delicado no solo es irresponsable, sino también peligrosa. En conclusión, "Educar sin drogas" es un texto que carece de rigor científico y que, lejos de contribuir a un debate informado sobre la educación y la salud mental infantil, perpetúa mitos dañinos sobre el TDAH y su tratamiento. En lugar de fomentar un enfoque basado en la evidencia y el bienestar de los niños, el libro recurre a argumentos sensacionalistas que desinforman y estigmatizan a quienes padecen esta condición y a sus familias.


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