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Vicente Garcia Giménez
24/04/2021
Tapa blanda
LOS NIÑOS DE LEMÓNIZ de Estela Baz Nos presenta los años de la construcción de la Central Nuclear de Lemóniz. Era la década de los setenta y principios de los ochenta. Los protagonistas son los niños y, claro, hablan los niños. Pero también hablan –y callan- los adultos: las mujeres. Mujeres extremadamente valientes, mujeres generosas con sus maridos, mujeres protectoras con sus maridos y con sus hijos, mujeres que vencieron en su lucha aunque quedaran cadáveres en el camino. “Los niños de Lemóniz” no es una historia. Tampoco es la Historia contada. Son las vivencias del entorno reducido de varias familias en la memoria de los niños que la vivieron. Los adultos vivían en el temor y sus manifestaciones (puertas cerradas, ventanas a oscuras, contraseñas para coger el telefonillo de entrada o el repiqueteo del teléfono doméstico, memorizar matrículas de coches, aguantar apedreamiento de cristales de las ventanas, buscar duendes bajo los coches…) como el no perder de vista la puerta de entrada cuando se estaba en lugares públicos... El miedo está entre las líneas del texto, la angustia entre las páginas, la angustia al final de la lectura porque de una u otra forma, la banda terrorista continúa. El miedo de los vecinos, el terror a vivir como “señalado”. Entonces, para los niños, todo era confuso, estaban los dobles sentidos, las posturas contradictorias, los niños no acertaban con el mundo de los adultos… La escritura es siempre entrañable (¿mano femenina?), emocionante, triste en su forma narrativa directa, amena entre el terror y la naturalidad. Tal vez hay que vivir en el País Vasco, bajo la sedicente capa democrática para contraponer con justeza la realidad narrada en el argumento para que el miedo no llegue a los niños (el disfraz de los juegos) con la realidad subrayada por el miedo al entorno por parte de los adultos “señalados”, y las noticias que los medios oficiales transmitían como ´sucesos´. Para los que compartieron el miedo en aquellos tiempos y posteriores no deja de ser un recuerdo de lo que fue aquel terror y una reflexión para cerciorarse que democracia es algo más que un calificativo que se emplea con desconocimiento o con afán de engañar. “Los niños de Lemóniz” es un aldabonazo a las conciencias adormecidas que hace cuatro décadas escondieron la cabeza bajo el ala. Recuerdo de obligada lectura con ojos de analizar la Historia expurgando en la denominada memoria histórica.