La historia del fútbol femenino estaba escondida hasta que el proceso de recuperación, atravesado por el empuje de los feminismos en la calle, empezó a tirar mitos y prejuicios a pelotazos para demostrarle al mundo que las mujeres amamos este deporte desde el inicio mismo del juego. Ahi estamos, en fotos viejas, en sepia, pateando una pelota y siendo felices desde el origen.En este tren de reparaciones historicas aparecio Gladys Liliana Rodriguez. Conoci su trayectoria gracias a Lucila Sandoval y a las Pioneras del Futbol Argentino, y entendi que estaba ante una idola. Esa palabra tan usada en el futbol parecia no incluir a mujeres hasta que conocimos a las Mundialistas del 71, a las que jugaron el primer partido en el pais en 1913, a las Pioneras y a defensoras como Lili. Habilidosas, marcadoras raspadoras, incansables, gambeteadoras: futbolistas.Como tantas ella tambien enfrento los prejuicios que indicaban que si eras mujer y jugabas al futbol eras machona, varonera, tortillera, marimacho. Pero los salteo. El amor por la pelota fue mas fuerte. "Un corazon no se endurece porque si". Lili fue la zaguera de Boca durante años. Es inevitable pensar que hubiera sido de ella y cuantos posters con su imagen se hubieran colgado en las casas argentinas si Lili hubiera sido varon, defensor central en el equipo de la mitad mas uno, en el pais mas futbolero que hay en el planeta Tierra.No importa. Saltamos la grieta como Lili saltaba para rechazar centros en el area de Boca. Recordemos lo sembrado, como hacen las paginas de este libro. Lili fue tambien capitana, lideresa. Jugo el primer partido de una Seleccion en la era AFA, cuando la Asociacion del Futbol Argentino se digno a aceptar la historia. Dio vueltas olimpicas. Hizo amigas, Mamo, crecio, vivio, lloro y fue feliz con el futbol de primera.Lili, como tantas, es parte de nuestro presente: por el recorrido, por la lucha, por faltar al trabajo para jugar, por bancarse lesiones para seguir pateando, por formarse en los potreros cuando los clubes no nos abrian las puertas, por defender los colores que vestia, por embarrarse en la cancha y en la vida, y por sobre todo por defender el amor: el amor al futbol.Vamos a ponerle nombre propio y voz a todas nuestras heroinas. A colgar los posters que el patriarcado nos quiso sacar de nuestras paredes y a gritar los goles que no pudimos festejar por la invisibilizacion.En esa propuesta la historia de Gladys Liliana Rodriguez no puede faltar. Este libro entonces es un acto mas de justicia.
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