Un libro de relatos que no te dejará indiferentes
EL SECUESTRO
Las condiciones nos quedaron claras tras su llamada. No volveríamos a ver al niño si no pagábamos lo que pedían y en los plazos que ellos marcaban. Hacía ya tres meses que se habían llevado a mi hijo. Por las noches me atacaba el miedo de si me reconocería. Era casi un bebé. Apenas 16 meses. No les creía capaces de hacerle daño pero sí de evitar con artimañas que no volviera a verlo jamás. Mi familia y yo nos pusimos en contacto con ellos y acordamos una forma de pago. Sus abogados y los míos redactaron las claúsulas del divorcio y el régimen de visitas.