Hacía diez años que Hope Tanner había escapado de su polígama comunidad, y lo había hecho sola y embarazada. Después había dejado la adopción de su bebé en manos de Lydia Kane, la fundadora de una clínica de Enchantment, Nuevo México. Jamás había tenido a aquel pequeño en sus brazos, pero no había podido dejar de pensar en él.