Rápido, sano, limpio, práctico. Qué más se puede pedir? Una cacerola con un poco de agua. Arriba una canastita de aluminio con aletas móviles para adaptarse al diámetro de cualquier olla. O una estética canasta china de bambú. O un colador de pastas. O una parrillita de tostador. También existen aparatos especiales, en dos pisos, el de arriba con fondo perforado para dar paso al vapor que genera el agua abajo. O un plato puesto arriba de una taza invertida dentro de un recipiente sobre el fuego. La cocina al vapor es simplísima, posible, fácil, limpia y nutritiva.