COMO LA RED HA CAMBIADO EL ARTE

¿Qué cambios puede haber ocasionado la Red en el arte? La contestación más sencilla sería decir que el arte se ha vuelto más democrático porque se encuentra al alcance de todos y ahora todos podemos participar en él. Pero tras esta afirmación existen problemas claros, porque la Red, si bien ha creado una democratización del arte en su entendimiento y posesión, también ha provocado que la idea del propio arte se desvanezca, por el hecho de dejar de tener ese carácter mágico que hasta ahora ostentaba por hallarse tan solo en lugares de culto ideados para él, y también porque la Red ha generado herramientas para que cualquiera de nosotros seamos artistas. En el ciberespacio no se puede plantear el arte como hasta ahora había sido entendido, porque, sea la categoría artística que sea, una obra de teatro, una performance, una escultura, un lienzo, una obra literaria o una partitura musical, en el medio cibernético no será más que un mensaje digital, por lo cual pierde el soporte y su esencia, ya que lo digital no puede interpretarse por la cualidad de la materia que transmite, ni tan siquiera el tipo de sustancia que expresa, puesto que lo digital se alimenta de lo cuantitativo, y por tanto, no discrimina, no relaciona ni tampoco duda de aquello que transmite. Quizá también se nos ha olvidado que los conceptos con los que se evalúa el arte fuera de la Red no son los mismos con los que se ha de contemplar el arte dentro de ella, porque, del mismo modo que no podemos caminar sobre el agua, tampoco debemos creer que el ciberespacio es un reflejo de los parámetros inalterables con los que entendemos el arte fuera de ella? ¿O sí? Margarita Rodríguez Ibáñez es doctora por la ucm y licenciada en ciencias de la información, magíster en marketing profesional y ceramista diplomada. Ha impartido docencia en la Universidad de Madrid, en las asignaturas de teoría de la comunicación audiovisual e historia y teoría del cine. Ha trabajado también en el área de comunicación empresarial y relaciones públicas. Es nieta del fotógrafo Juan Ibáñez, del que aprendió muchas cosas, entre ellas, el valor que la imagen aporta como documento histórico y humano.