En El bajel que no levó anclas los estados anímicos de la condición humana desfilan a través de una exposición intimista, en la que no falta un sentir irónico y una crítica manifiesta. La temática amorosa, el aislamiento, la esperanza, la nostalgia, el paso del tiempo o la trascendencia de la amistad afloran en los versos que permanecen dentro del bajel anclado, como símbolo de lo estacionario, pero no lo exánime, porque los poemas, aunque no levaron anclas, han permanecido inmóviles hasta que se les ha soltado amarras. Era hora de que el bajel surcara para llevar a puerto la carga emocional precintada en su bodega y descargar el estremecimiento lírico.