Durante an& x00303;os, la utopi& x00301;a maoi& x00301;sta desperto& x00301; grandes simpati& x00301;as en un amplio sector de la izquierda europea, especialmente en Francia, hasta que en la de& x00301;cada de 1970 una voz solitaria, la de Simon Leys (1935-2014), brillante sino& x00301;logo y testigo de la atroz realidad de la "Revolucio& x00301;n Cultural", denuncio& x00301; en voz alta y clara el cara& x00301;cter totalitario y homicida del re& x00301;gimen de Mao. Recibidos inicialmente con antipati& x00301;a y suspicacia, sus ensayos sobre China se convirtieron en referentes por la lucidez y el elegante tono sati& x00301;rico con que retrataban una realidad que muchos preferi& x00301;an ignorar. Desde entonces, inmunizado de toda jerga e ideologi& x00301;a, y dotado de un estilo luminoso, Leys ejercio& x00301; la cri& x00301;tica literaria y cultural e ilustro& x00301; a sus lectores sobre temas tan diversos como los relatos de naufragios, la fascinacio& x00301;n por el mar, la actividad de traducir, el compromiso y la autonomi& x00301;a intelectual, o la educacio& x00301;n y la ensen& x00303;anza. Leer a este gran conocedor de las culturas china y occidental que tan sabiamente supo hacerlas dialogar sigue siendo un paraguas u& x00301;nico con el que protegerse de incleme