«Consta este libro de cuatro textos improbables. Los cuatro tienen por motivo común la popularidad de la obra de arte, esto es, el grado de empatía que se adquiere entre la obra en sí y sus lectores, espectadores u oyentes. Cargados de un afán bastante subversivo, y con la aspiración de formar opiniones propias, los cuatro están tomados del volumen recopilatorio My Miscellanies (1873), aunque previamente se publicasen en una revista periódica. Collins es aquí lector de ficciones, espectador de obras de teatro que no pasan por su¡ mejor momento, asiduo de las exposiciones de pintura y visitador de las grandes obras de arte, que acaso no lo sean tanto para el consumidor normal, porque Collins está hablando del arte como objeto de consumo. Collins está echando un pulso con su público y con ese otro público al que no conoce, ni acaso llegue a conocer nunca, pero al que aspira a ganarse.» Miguel Martinez-Lage
Ficha técnica
Traductor: Miguel Martinez-lage
Editorial: Siruela
ISBN: 9788498415452
Idioma: Castellano
Número de páginas: 96
Tiempo de lectura:
2h 11m
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 07/04/2012
Año de edición: 2012
Plaza de edición: España
Colección:
Libros del Tiempo
Libros del Tiempo
Número: 315
Alto: 14.0 cm
Ancho: 21.5 cm
Grueso: 14.0 cm
Peso: 210.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Wilkie Collins
(8 de enero de 1824, Londres - 23 de septiembre de 1889, Londres) William Wilkie Collins fue un novelista, dramaturgo y ensayista inglés, iniciador de la novela de detectives. La primera obra de Collins fue una biografía de su padre, el pintor William Collins, un año después de su muerte, en 1848. A partir de ahí empezó a escribir ficción, y en 1851 conoció a Charles Dickens, con el que entabló una gran amistad que duró hasta la muerte de este último, basada en la mutua admiración y la colaboración.
Las personas que estudiaron las vidas de ambos personajes coinciden en que ambos genios se influyeron mutuamente: Collins desarrolló su sentido del humor y afiló su talento para la caracterización de personajes; mientras que Dickens construyó tramas más sólidas y con mayor suspense.
Dicha habilidad para el suspense y para la creación de atmósferas de misterio destaca en las obras maestras de Collins: La mujer de blanco, Sin nombre y La piedra lunar. En ellas, Collins estableció las bases de la novela detectivesca, de la que luego bebieron infinidad de autores, entre ellos Agatha Christie y Arthur Conan Doyle.