ICELAND / ISLANDIA

El origen de Islandia está relacionado con la Dorsal del Atlántico Medio: el límite de unión entre la placa geológica norteamericana y la euroasiática. Allí, justo en la linde en la que ambas placas se van separando lentamente desde hace millones de años, innumerables erupciones volcánicas hacen salir a la superficie magma a temperaturas que alcanzan los 1000° C . Una vez en la superficie, el magma se petrifica y forma la lava que va cerrando de nuevo la costura abierta entre las placas continentales en movimiento. En el caso de Islandia el resultado del proceso fue una isla que prácticamente crece cada día. Mientras que en el este y el oeste de la isla el fuego ya está apagado, bajo la zona volcánica activa – una franja de terreno de entre 30 y 50 km de anchura que divide la isla en dirección noreste-suroeste – sigue ardiendo con una terrible fuerza. Al fuego de la tierra se unen la fuerza del hielo y del agua. Durante las eras glaciares los potentes glaciares que se arrastraban sobre estos páramos erosionaron profundos valles de artesa que más tarde fueron inundados por el mar; así surgieron las rías y fiordos. También el Vatnajökull, el mayor glaciar de Europa, es una reliquia de aquellas eras heladas. Los glaciares que aún quedan siguen erosionando las capas de toba, tosca y roca basáltica. Caudalosos ríos glaciares se abren paso en dirección a la costa, donde depositan el producto de su actividad erosiva en forma de extensas llanuras de arena y grava, no sin haber creado las espectaculares gargantas en numerosos puntos de su trazado. Entre las más bellas se encuentra en el norte la de Jökulsárgljúfur. Por esta garganta finaliza el río Jökulsá á Fjöllum su recorrido desembocando con fragor en la costa norte a través de una serie de gigantescas cataratas, como la de Dettifoss, de 44 m de altura.