¿Quién hubiera sospechado que veinte siglos después de la muerte de Cristo los hombres seguirían enfrentándose en el nombre de su secreto, que el tiempo debería haber borrado para siempre? Nadie se hubiera imaginado la naturaleza del poder que descansaba en el bosque de oriente. El odio y la venganza perduran, a veces, a través de los siglos y, así, escriben las leyendas…