La obra se sitúa en el apartamento de Erwin Refs, con una gran ventana que da a un jardín, y un escritorio que preside la escena. A través de este espacio íntimo, Bahr explora los conflictos internos del protagonista, sus dilemas existenciales y la tensión entre lo racional y lo emocional. Con una estructura teatral sobria y simbólica, la pieza invita a reflexionar sobre la identidad, la percepción y la esencia de lo humano.