La legendaria plaza de toros de Tetuán de las Victorias (Madrid) cumple 125 años desde su inauguración. Abierta en 1900 y destruida en 1936, de aquel histórico coso ya sólo
queda el recuerdo del millar de festejos allí celebrados y la memoria de los más de mil toreros de todas las categorías profesionales que, con mayor o menor suerte, pisaron su ruedo. La plaza tuvo una particularidad esencial: considerada administrativamente como un coso de pueblo, que es lo que era Tetuán en esos años, distaba tan sólo siete kilómetros de la Puerta del Sol, circunstancia que le dio un
carácter propio, pues si las ganaderías y los toreros eran casi siempre de segunda fila, los críticos y los aficionados fueron muy madrileños en su exigencia.
Desde el primer paseillo, encabezado por el trianero Antonio Montes, la plaza adoptó una función definida: para los novilleros modestos se convirtió en la perfecta puerta de entrada a la gran plaza de la capital, situada primero en la carretera de Aragón y luego en la calle de Alcalá. La antesala de Madrid, la llamaban. Ese fue su cometido, y lo cumplió a la perfección. De todos los diestros que allí torearon, muchos alcanzaron la gloria: de su ruedo salieron Rodolfo Gaona, Domingo Ortega, Fortuna, Silverio Pérez, Saleri II, Celita, Victoriano de la Serna, Antonio Márquez, Fernando Domínguez, El Estudiante,
Mazantinito, Antonio Sánchez, Carnicerito de México, Alberto Balderas y un largo etcétera; también fue el coso en el que Manolete se presentó en el extrarradio de la ciudad de Madrid.
El estudio de la plaza tiene como punto de partida la información y las crónicas publicadas en los diarios y semanarios del momento, escritos por más de doscientos revisteros taurinos que, sentados en los tendidos, libreta y pluma en mano, reflejaron el imborrable día a día de ese mítico recinto taurino. Esta es la historia de La Perla Tetuani.